𝟶𝟸: 𝙴𝚗𝚝𝚛𝚎 𝚎𝚕 𝚍𝚎𝚜𝚎𝚘 𝚢 𝚎𝚕 𝚌𝚘𝚗𝚝𝚛𝚘𝚕

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Law no había dejado de pensar en aquel beso. Tres días habían pasado desde que sus labios se encontraron con los de un completo desconocido, y el recuerdo aún lo asaltaba en los momentos más inesperados. Era ridículo. Apenas había terminado con su ex, una relación que llevaba meses agonizando, y ahora se encontraba consumido por la imagen de aquel hombre, alguien de quien no sabía nada.

Había sido un impulso, algo completamente fuera de su carácter. Él, que siempre trataba de mantener el control se había dejado llevar por una chispa que no entendía. Y lo que más lo atormentaba era lo mucho que había disfrutado. Esa chispa había sido más intensa que cualquier cosa que hubiera sentido en los últimos meses con su ex. Incluso en los momentos más íntimos, no había experimentado el deseo ardiente que ese breve instante había desatado en él.

Shachi y Penguin se disculparon por aquella noche. Él fue quien decidió dejarse llevar y eligió besarse a ese extraño, dejando que la lógica y el control se desvanecieran. Mientras tanto, Bepo parecía el único contento con el resultado de esa velada, habiendo disfrutado de su propia aventura.

Law se concentró en su trabajo, revisando las últimas notas de sus pacientes, tratando de ahogar el torrente de pensamientos que lo acosaba. Pero el recuerdo del beso era persistente, como una llama que se negaba a apagarse. Cada vez que cerraba los ojos, podía sentir la presión de esos labios, el calor de ese cuerpo contra el suyo, y el sabor de lo prohibido que lo había embriagado.

El clic de la puerta lo sacó de su ensimismamiento. Levantó la vista, esperando ver al próximo paciente, pero su cuerpo se tensó al instante. Allí, de pie frente a él, estaba el hombre del beso. Alto, cabello oscuro y de mirada intensa, exactamente como lo recordaba, aunque en ese momento el mundo parecía haber perdido el sentido.

El aire en la habitación se volvió denso, cargado de una tensión palpable. Law sintió un nudo formarse en su estómago mientras intentaba mantener la compostura. El control que tanto valoraba estaba a punto de desmoronarse, y su corazón latía tan rápido que temía que el hombre frente a él pudiera escucharlo.

—Vaya eres doctor—dijo y silbo el hombre, su voz profunda y firme, pero con una suavidad que le hizo estremecerse—, he venido para una consulta...

Law asintió, incapaz de decir otra cosa. Sus manos, normalmente firmes, temblaban ligeramente bajo la mesa.

—Claro... toma asiento,—logró decir, su tono mucho más calmado de lo que realmente sentía. Pero por dentro, la tormenta apenas comenzaba. No sabía qué era lo que iba a pasar, ni por qué ese hombre estaba allí.

Law abrió la boca para hablar, pero el sonido de la puerta volviendo a abrirse lo interrumpió. Un niño pequeño de cabello negro y pecas entró corriendo en el consultorio, su energía contrastando con el ambiente cargado que acababa de instalarse. Apenas tuvo tiempo de procesarlo cuando una mujer entró detrás de él. Era simplemente hermosa, su cuerpo esbelto y curvas perfectas se complementaban con unos pechos generosos, su piel trigueña resplandecía bajo las luces del consultorio, y sus ojos verdes parecían poder desarmar a cualquiera que se atreviera a mirarla demasiado tiempo. Su cabello negro, ondulado y corto hasta los hombros, enmarcaba un rostro fino y delicado.

—¡Ap!—gritó el niño, y antes de que Law pudiera siquiera reaccionar, se subió a las piernas del hombre que él había besado solo unos días antes.

Law tragó saliva, nervioso. Sintió cómo la sangre se le congelaba en las venas mientras la realización lo golpeaba de lleno. Había besado a un hombre que, por lo que parecía, estaba comprometido y tenía un hijo. El nudo en su estómago se apretó más, mientras su mente giraba en mil direcciones, cada una más oscura que la anterior. ¿En qué se había metido?

ꜱᴇᴅᴜᴄᴛɪᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora