𝟸𝟹: 𝙿𝚒𝚎𝚣𝚊𝚜 𝚙é𝚛𝚍𝚒𝚍𝚊𝚜

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Mientras Calix recibía felicitaciones y mimos de todos por su victoria y su avance a la segunda fase del torneo, Law observaba desde la sombra cómo Ace, Sabo, y Luffy jugaban con el niño en la piscina. Los tres, siempre bromistas, parecían disfrutar tanto como el pequeño, riendo, lanzándolo al agua y haciéndolo reír con ocurrencias que desbordaban de ternura y energía. Hera los había dejado solos un momento para atender una llamada importante. Hasta hacía poco, Law apenas sabía que es abogada y, más aún, heredera del imperio hotelero: Goldene Welle. Hera Bauer. Su porte y elegancia le hacían pensar a cualquiera que podría ser actriz o modelo, pero no, ella había elegido otra vida y otra vocación.

La tarde transcurría tranquila en el área VIP del hotel, un rincón exclusivo de la cadena familiar, donde la piscina tenía pocas personas y casi todo el espacio estaba reservado para ellos. Law, que había jugado un rato con Calix, ahora se recostaba en la tumbona con un vaso de bourbon en la mano. El sol bañaba sus tatuajes, y sus gafas descansaban sobre su cabeza. Observaba la escena con una expresión relajada, encontrando en ese caos familiar una inusual paz.

Fue en ese momento que Hera regresó y se acomodó a su lado, luciendo espectacular en su traje de baño negro y una falda ligera entallada a su cuerpo.

—Estoy esperando a que el anciano de mi esposo aparezca por aquí y me diga que me cubra—dijo entre risas mientras se sentaba junto a él—. ¿No han roto nada aún?

Law le devolvió la sonrisa.

—Todavía no—respondió, con tono tranquilo—. Están en una pieza, hasta ahora

Hera encendió un cigarrillo y le dio una calada profunda mientras miraba a su familia. La llamada de trabajo aún rondaba en su mente, y se quejaba con Law de su cliente insistente, al que ya había bautizado como “El vejestorio”. Aunque le había aclarado que esos días eran exclusivamente para su familia, el hombre seguía llamando para presionarla con los detalles finales de su divorcio, un asunto que él veía como urgente, pero que Hera sabía que no se resolvería tan rápido.

—Ese maldito anciano insiste en llamarme para terminar su divorcio. Como si fuera tan fácil—comentó, molesta—. Su esposa es una pesadilla, el diablo en persona

—Lo entiendo perfectamente—contestó Law, manteniendo su tono calmado—. A veces tengo pacientes igual de intensos

Ambos compartieron una risa breve, hasta que algo distrajo a Hera. Sus ojos se posaron en Ace, cuya espalda tatuada destacaba en la piscina. Hera notó que un grupo cercano miraba con interés al trío de hermanos, quienes, sin percatarse de las miradas, seguían jugando despreocupados y ajenos. Hera, sin apartar la vista de su esposo, soltó un suspiro y se levantó de la tumbona.

—Hora de intervenir

Con determinación, dejó su falda sobre la tumbona y caminó hacia la piscina, ingresando con suavidad pero firmeza. Al llegar a Ace, le rodeó el cuello y lo besó, haciendo evidente su vínculo y asegurándose de que aquellos que observaban comprendieran el mensaje. En un gesto elegante, levantó la mano, mostrando claramente el anillo de bodas, que brillaba bajo el sol. Ace, divertido y completamente encantado, respondió al beso mientras sus brazos se cerraban alrededor de ella, devolviéndole la sonrisa.

Desde la orilla, Sabo y Luffy, al notar la escena, comenzaron a reír y a darse codazos, lanzando bromas hacia la pareja. Calix, entre risas, se cubrió los ojos, fingiendo sentir vergüenza al ver a sus padres tan acaramelados.

Law, desde su lugar, observó la escena con una sonrisa socarrona. Sin embargo, esa calma no duraría mucho. Sin que Law se diera cuenta, Luffy salió de la piscina y se acercó a él, completamente empapado y con una sonrisa traviesa que era la marca inconfundible de sus planes. Sin previo aviso, se inclinó sobre Law y lo tomó por sorpresa.

ꜱᴇᴅᴜᴄᴛɪᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora