Capítulo 1

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- Seishu, ven. Vamos a salir

- Estoy ocupado, mamá – dijo sin apartar la mirada del televisor. Acababa de llegar de la escuela y se había puesto a jugar Luigi's Mansion en la GameCube que le habían obsequiado para su cumpleaños número 12, pero su madre, que no le tenía ni un gramo de paciencia, desenchufó la consola y le miró frunciendo el ceño

- No era una sugerencia. Te levantas y vas conmigo ahora – el rubio rodó los ojos sintiéndose frustrado, pero sabiendo que no podía negarse, se levantó, caminó al recibidor y se puso sus zapatillas favoritas, las cuales estaban algo gastadas – Seishu, te regalamos unas nuevas el mes pasado. Por qué no las usas?

- Están arriba en una caja – respondió poniéndose una sudadera, pero viendo que se le hacía tarde, la mujer no le obligó a cambiarse

Esa mañana su padre se había llevado el auto al trabajo, por lo que tuvieron que caminar un poco y tomar el autobús rumbo al centro de Shibuya, donde volvieron a andar un par de cuadras hasta llegar a la Iglesia del Cristo de Udagawa...

- Qué hacemos aquí? Ni somos católicos

- Me pidieron un trabajo

- Y no podías venir tú sola? Hace frío – dijo deteniéndose a mitad de la escalera, sintiendo como su madre jaló de su ropa con fuerza

- Para qué? Para que siguieras jugando con esa porquería?! Le dije a tu padre que no te la comprara, pero no~ Tenía que pasarse mis palabras por los huevos!

- Mamá, no digas eso aquí. El cura se va a enojar

- ...En eso tienes razón – y lo soltó

Entraron al vestíbulo y rápidamente el sacerdote abordó a la mujer llenándola de halagos y otras cosas que prefirió ignorar para no aburrirse de ahí al final de los tiempos. Tomando algo de iniciativa, se apartó de los adultos y vagó buscando con qué distraerse para pasar el rato, sorprendiéndose al oír música viniendo del otro lado de una enorme puerta; observó en todas direcciones antes de escabullirse donde se oficiaban las misas, sólo para encontrarse con un enorme grupo de chicos, todos más o menos de su edad, cantando al ritmo del órgano, quienes se quedaron callados ante su presencia

- Ejemm – carraspeó un poco el director del coro – Se puede saber qué hace aquí, jovencito?

- Mi mamá está hablando con el cura – dijo la verdad sin mucho interés – Si quiere, me voy

- Nah, está bien. Nos conviene practicar con público – rió el hombre de la batuta, quien parecía ser alguien bastante amable

Seishu se sentó en una de las bancas de madera y observó como una señora ya mayor empezaba a tocar el enorme órgano que decoraba la pared de la iglesia, sirviendo así de guía para los jóvenes cantores. Estaba disfrutando del espectáculo cuando uno de los chicos, el más alto del grupo, dio un paso al frente y empezó a entonar el himno con tal pasión que el de ojos verdes sintió como su piel se erizaba... Su voz era grave, como si saliera de lo más profundo de su ser, pero era tan hermosa que no pudo quitarle los ojos de encima hasta el final del ensayo

- Buen trabajo, chicos. Eso es todo por hoy – finalizó la práctica el director y todos se despidieron saliendo uno por uno, todos excepto el chico del solo, quien se acercó al rubio con expresión de pocos amigos

- Qué tanto me veías?

- Eh?

- Estuviste mirándome todo el tiempo. Fue muy incómodo, no vuelvas a hacerlo – el más bajo frunció el ceño

- Sólo te estaba mirando porque cantas bonito – el de ojos amarillos rió un poco

- Qué eres? Marica?

- Marica tú – se miraron feo hasta que ninguno de los dos supo con qué seguir discutiendo

- ...me llamo Taiju. Shiba Taiju – se presentó el cantante extendiendo su diestra, gesto que fue correspondido

- Inui Seishu

- Inui? Oh... Tu madre debe ser la escultora famosa – el menor chasqueó la lengua

- Y qué si así es?

- Nada, sólo que el sacerdote estaba muy ansioso por encargarle la nueva estatua de la virgen

- Qué le pasó a la anterior?

- La tiré por accidente y se hizo mierda – Seishu rió

- Y no te vas a ir al infierno por eso o algo así?

- No, ya confesé mis pecados y recé tres rosarios – el más bajo volvió a reír, esta vez más fuerte

- Eres muy gracioso – Taiju se sintió apenado

- N-no lo soy – hizo puchero

- Está bien, no lo eres... A todo esto, para qué están ensayando?

- Para la misa de Navidad. Cantamos todos los años, aunque es la primera vez que haré el solo

- Lo haces muy bien. De seguro ese día te saldrá genial

- G-gracias – volvió a sonrojarse, pero ahora no era vergüenza lo que sentía

- Seishu, ya nos vamos – lo llamó su madre, sorprendiéndose al ver a su hijo charlando con otro niño que no fuera aquel chiquillo de cabello negro que estaba obsesionado con su hija mayor

- Ya voy – dijo poniéndose de pie – Bueno, nos vemos, Taiju

- Nos vemos?

- Claro, me caíste bien. Me encantaría volver a verte pronto – dicho esto, el rubio se acercó a su progenitora y le pidió su libreta, lugar donde garabateó algo para después arrancar el trozo de papel y extendérselo a su nuevo amigo – Ten, el número de teléfono de mi casa. Llámame y veamos qué podemos hacer – el de más alto parpadeó un par de veces antes de tomar el papelito – Ahora sí, chao. Que estés bien – y se fue... Siendo incapaz de creer lo que había pasado, el con cabello negro azulado se llevó las manos al pecho y dio unos pequeños saltitos

- Un amigo! Hice un amigo! – celebró antes de salir corriendo a casa... Era la primera vez que alguien estaba interesado en ofrecerle su amistad

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Un capítulo introductorio, por lo que es bastante corto.

Este AU está basado parcialmente en el canon, pero hay muchas cosas que cambian y cambiarán más adelante, como por ejemplo, el hecho de que aquí, la madre de Taiju sigue con vida. Daría más ejemplos, pero serían spoilers, así que no 😜

En fin, espero les guste esta historia la cuál será bastante tierna y espero que se diviertan~

Gracias por... (Tainui)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora