Diferente

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En Terra64 la sociedad se dividía en tres castas bien definidas, cada una viviendo en entornos radicalmente distintos que reflejaban sus posiciones en la jerarquía social. Los miembros de la casta más alta vivían en ciudades flotantes que surcaban las nubes, un refugio elevado y apartado del caos terrestre. Hinata, cada vez que regresaba de Saporima, veía estas ciudades brillar con un resplandor casi etéreo, construidas con materiales avanzados y diseñadas para el máximo confort y lujo. Observar como los habitantes disfrutaban de una vida de privilegio, rodeados de tecnología del planeta Saporima que les suplía todas las necesidades, era algo rutinario que la tranquilizaba en las pocas horas que pasaba sobrevolando los cielos azules.

Hinata no volvió a pisar tierra firme desde que empezó a transportar "mercancía", por eso mismo solo había oído rumores de la casta media que vivía en la superficie de la tierra; Terranos que trabajaban incansablemente para cultivar y producir la escasa comida natural que Terra64 aun podía ofrecer. En su cerebro todavía permanecían los informes de estos individuos que vivían en comunidades agrícolas repartidas por los pocos terrenos fértiles que quedaban. Sus vidas, desde su perspectiva, estaba marcada por el esfuerzo y la dedicación a la tierra, utilizaban técnicas tanto tradicionales como modernas para maximizar la producción. A pesar de producir la única comida natural, eran alimentados con suplementos insípidos y poco nutritivos provenientes de Saporima.

Por último y más deprimente, estaba la casta baja. Ubicada en el escalón más bajo de la jerarquía, la casta más despreciada se arrastra entre los residuos tóxicos que sepultan gran parte del planeta. Había leído que los Terranos allí sobrevivían en asentamientos precarios, construidos con chatarra y materiales podridos, rodeados de peligros constantes y mortales. La atmósfera era densa de contaminación, un manto asfixiante que corroe los pulmones con cada aliento. Por las noticias que llegaban a su intercomunicador podía intuir que cada día era una batalla encarnizada por la mera supervivencia. La comida era un lujo amargo, escasa y casi siempre contaminada, un veneno necesario que erosiona sus cuerpos ya maltrechos.

Sin embargo, podía jurar que las Terranas que nacían en las dos castas más bajas eran realmente afortunadas. Los lujos y riquezas de la clase alta requerían un pago muy costoso que solo las mujeres en edades fértiles asumían. Desde pequeñas eran criadas específicamente para ser futuras productoras en el planeta Saporima. Su dieta era de la mas alta calidad con el único objetivo de que, cuando los huevos eclosionaran, las larvas se encontraran con la mejor carne viva del universo conocido. Las pequeñas Terranas crecían con la ilusión de encontrar un marido una vez alcanzaran la edad suficiente para ser transportadas al planeta Saporima, jamás podían imaginar el horror que les esperaba y ahora entendía el porqué.

Ellas no tenían la voluntad de elegir en quien o en que creer. Sus mentes también estaban condicionadas por los Saps. Era algo que todavía no podía entender pues siempre se imaginó que esas mujeres eran resguardadas de todos los peligros posibles hasta el momento de su partida. Jugar con algo tan delicado como el cerebro Terrano...

-Hemos equipado la pistola de plasma con cargas eléctricas – Las palabras de Tsunade la trajeron de vuelta a la realidad -. Cada carga es lo suficientemente potente como para freír todos los microchips y un poco de su cerebro; es por este motivo que serán llevadas a las unidades de reparación profunda. Hemos habilitado la suficiente cantidad como para curarlas a todas al mismo tiempo - Tsunade le enseñó un pequeño dispositivo parecido a una tableta electrónica de Terra64 -. Luego de su recuperación quedarán bajo el entero cuidado y protección de Naruto. – El rubio hizo un ruido sordo con la garganta, pero no dijo nada –

- Solo hay un problema Tsunade – Kushina intervino, poniéndose en la cabeza de la mesa – Tengo a mi mejor tirador atado en un calabozo totalmente fuera de sí– Levanto los brazos en una señal de exasperación antes de soltar un enorme suspiro – Todo es un maldito desastre Tsunade – Hinata cerró los ojos en el instante en el que una parte de ella se activó de repente, una parte que ella creía enterrada y olvidada. Si ella pudo sobrevivir a todo el arduo entrenamiento militar fue por algo más que suerte; lo Saps eran reacios a aceptar humanos débiles para sus experimentos. Generalmente ejecutaban a los débiles en frente de los demás para hacer énfasis en que la debilidad estaba prohibida. Hinata había visto morir a muchos niños que, a diferencia de ella, no cumplían con los altos estándares de exigencia. – Naruto es muy fuerte, pero tiene una pésima puntería, de lo contrario Hinata estaría muerta –

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