Mentiras

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—Cariño, ¿Te pasa algo?

—No. —La respuesta cortante fue más que suficiente para que Jimin dedujera que algo pasaba.

—Si te pasa algo. —afirmo

—¡Que no! —Jimin se sobresalto un poco al oír a su esposo alzarle la voz, lo miro incrédulo, esto nunca había pasado.

—Okey okey no te pasa nada pero no te alteres, —Jimin extendió su mano por sobre la mesa para tomar la de Jungkook y darle un pequeño apretón mientras lo miraba con una pequeña sonrisa.

—Perdóname no quería gritarte, es solo que estoy muy estresado, eso es todo —con su mano sujetando la de Jimin la alzó y llevó sus labios al dorso del contrario plantando un beso.

—Recuerda que si pasa algo o necesitas hablar estoy aquí cariño, no pienses que estás solo por algo somos esposos ¿No? Estaremos en las buenas y en las malas.

Jungkook lo miró fijamente, sus ojos recorrieron todo el rostro del pelinegro frente a él, Jimin era lindo de eso no cabia duda, sus ojitos pequeños hacian un hermoso conjunto con sus mejillas gorditas y mucho más cuando sonreí pues estás últimas se encargaban de ocultar sus ojitos formando unas medias lunas, sus labios era gruesos y muy esponjosos que fácilmente lo podría comparar con el algodón por lo suaves que son, el rojo natural que estos portaban era único, esa naricilla de botón la cual le gustaba apretar suavemente; todo en Jimin era hermoso.

Pero la pregunta era ¿Por qué?

¿Por qué estaba haciendo eso?

En su pecho sintió una leve molestia que trató de alejar rápidamente en conjunto con todos esos pensamientos.

—Gracias amor, nunca olvides que te amo mucho ¿Si? —Inclino su cuerpo hacia adelante para poder tomar los labios de su esposo con los suyos, el beso sabía igual, transmitia aún todas aquellas emociones y sentimientos del inicio. Pero sin darse cuenta algo más se sumó a esas emociones, un nuevo sentimiento apareció.

Jimin se separó del beso con una radiante sonrisa —Yo también te amo mucho kook.—acaricio la mejilla de su castaño. —Es hora de que te vayas amor, no porque seas el jefe puedes llegar tarde.

Jungkook miro el reloj de estaba colgado en la pared de la sala y alzó una ceja tan solo han pasado cinco minutos de la hora de entrada, no era mucho.

—Pero solo han pasado cinco minutos bebé, no me saques de aquí tan rápido —hizo un puchero, pero Jimin lo miro mal —mira cuando sea las ocho con treinta me iré, si.

—Estas loco, tu hora de entrada es las ocho ni un minuto más ni un minuto menos, además si tú aún te quieres quedar adelante kook, yo ya me voy debo abrir la cafetería y me iré caminando ya que tú aún te quedas. —salio de cocina con rumbo hacia la habitación que compartían para tomar su bolsa, las llaves de la casa y su teléfono con eso en mano salió hasta la sala donde estaba Jungkook listo esperándolo en la puerta. Al cruzar por su lado Jimin se encargo de arreglar la corbata que estaba un poco chueca y salió.

Se adelantó al auto y espero a que Jungkook lo desbloqueara para poder subir, cuando ambos estuvieron dentro el pelinegro se encargó de encender la radio, odiaba viajar en silencio.

Su casa estaba situada en Gangnam, una residencia lujosa de Seúl, el trayecto era el de siempre Jungkook le iba a dejar y recoger de su cafetería, la cual Jungkook compro pero se la regaló a Jimin al ver lo encantado que estaba el chico con el lugar y cuando supo que estaba en venta hizo todo lo posible por juntar el dinero el solo pero era demasiado así que su esposo le dijo que él se lo regalaba.

Cuando llegaron al primer destino Jimin se giró en su asiento para mirar al castaño quien también lo estaba mirando de vuelta.

—No te estreses mucho conejito o después te dolerá la cabeza y no estaré ahí para cuidarte —deabrocho su cinturón, —si quieres que te lleve un café no dudes en llamarme e iré enseguida. —peino suavemente los cabellos de Jungkook.

Voy A Olvidarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora