El Último Rey de Eldoria

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ACTO 1: Coronación

El reino de Eldoria cayó en un silencio sombrío cuando la noticia de la muerte del rey Alaric III se extendió como una sombra por todo el territorio. El rey, que había sido un pilar de fortaleza y sabiduría, había sucumbido repentinamente a una enfermedad desconocida, dejando el trono en manos de su hijo mayor, Alaric IV. La corte y el pueblo lloraron la pérdida de su monarca, pero detrás del luto, había un temor palpable: el joven Alaric IV, aunque noble de corazón, no tenía la experiencia ni el carisma de su padre. Eldoria, un reino ya tambaleante, ahora parecía más vulnerable que nunca.

Alaric IV, a sus dieciséis años, ascendió al trono bajo una pesada carga de expectativas y responsabilidades. La corona de su padre, que ahora descansaba sobre su cabeza, era un recordatorio constante del deber que tenía hacia su pueblo. Aunque su infancia había estado marcada por el entrenamiento y la preparación para este día, nada lo había preparado para la realidad de gobernar un reino al borde del abismo.

ACTO 2: Un Reino En Decadencia

Desde el primer día de su reinado, Alaric IV se enfrentó a un reino que se desmoronaba. Las tierras de Eldoria, antaño prósperas, sufrían bajo el peso de las cosechas fallidas y los impuestos elevados para financiar la defensa del reino. Las alianzas que su padre había mantenido a duras penas se desintegraban, y las fronteras de Eldoria estaban bajo amenaza constante de invasión. Los nobles se mostraban cada vez más inquietos, algunos abiertamente desafiando la autoridad del nuevo rey.

Cedric, su hermano menor, fue el primero en ofrecer su apoyo incondicional. Aunque impulsivo y menos formal que Alaric, Cedric se dedicó a liderar las defensas del reino, viajando a las fronteras para inspeccionar las guarniciones y animar a las tropas. Su carisma y valentía lo convirtieron en un líder natural entre los soldados, quienes lo seguían con una lealtad que a veces parecía faltar hacia su hermano mayor.

Elara, con su mente estratégica, se convirtió en la consejera más cercana de Alaric. Aunque joven, su capacidad para entender los matices de la política y la diplomacia superaba a muchos de los viejos consejeros de la corte. Ella trabajaba incansablemente para mantener las alianzas que su padre había forjado y para buscar nuevas formas de fortalecer el reino. Su amor por su hermano mayor la impulsaba, y aunque a veces discutían, especialmente cuando Alaric se mostraba inseguro, Elara nunca perdió la fe en él.

Ser Emory, el consejero real, permanecía a su lado, ahora más que nunca. El anciano había visto el reino en su apogeo y ahora presenciaba su caída. Intentó guiar a Alaric con la misma sabiduría con la que había aconsejado a su padre, pero la situación se deterioraba rápidamente. Ser Emory, conocedor de los oscuros secretos del pasado, veía con tristeza cómo el joven rey luchaba por mantener el control, consciente de que la herencia maldita de su padre podría estar influyendo en su destino.

ACTO 3: El Asedio Inminente

Los meses pasaron, y los esfuerzos de Alaric por mejorar la situación del reino parecían en vano. Cada decisión que tomaba, cada acción que emprendía, solo parecía agravar las tensiones. Los impuestos adicionales que impuso para reforzar el ejército provocaron revueltas en las tierras más empobrecidas, y las cartas que enviaba a los reinos vecinos en busca de ayuda o alianzas quedaban sin respuesta, o peor, eran devueltas con amenazas veladas.

El reino de Eldoria, una vez un bastión de estabilidad en la región, estaba ahora al borde del colapso. Los rumores de una gran alianza de reinos enemigos crecían cada día, y Alaric, a pesar de sus mejores esfuerzos, no pudo impedir que esos rumores se convirtieran en una cruda realidad. Una coalición de ejércitos enemigos, más poderosa de lo que nadie había imaginado, comenzó a marchar hacia las fronteras de Eldoria, su objetivo: destruir por completo la dinastía Valenford.

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