Prólogo | Mucha purpurina y un desconocido sobre mi pecho
Unos meses antes...
Gaia
Me duele la cabeza.
Una sensación punzante me taladra las sienes mientras una luz cuyo origen desconozco me golpea el rostro.
Mis ojos se niegan a abrirse pero me percato de que el ambiente se siente muy diferente. Podría asegurar que estaba recostada en un colchón o sofá debido a la superficie tan mullida que estaba en contacto con mi espalda.
Sin embargo, hay otra cosa que está en contacto con mi piel.
No distingo qué es, no obstante supongo que debe ser algo pesado porque no me permite moverme mucho.
Es duro y desprende bastante calor.
Realizo una mueca apretando mis dientes y hago el esfuerzo de despegar mis párpados. Progresivamente mi vista se va adaptando a la luminosidad de la estancia y soy capaz de reconocer ligeramente mi entorno.
¿Dónde mierda estaba?
No era mi habitación. Ni siquiera un lugar que me resultara familiar.
Podía afirmar aquello con solo observar el techo color crema adornado con un rosetón del cual colgaba una lámpara de araña que debía tener más valor que la mitad de mi casa.
Sin embargo, la belleza de todo aquello se veía opacada por la exagerada cantidad de purpurina que se encontraba pegada por toda la superficie además de otro tipo de sustancias viscosas, cuya procedencia no quería conocer, y algunos vasos de plástico encajados en la costosa lámpara.
Hasta creo haber divisado un sujetador colgando de ella.
ꟷ¿En dónde me he metido? ꟷmurmuro para mí misma.
Un gruñido.
Eso es lo que escucho como respuesta ante mi pregunta.
Mi corazón se detiene presa del pánico y mi vista deja aquel asqueroso techo para bajar hasta el lugar de donde procede el sonido.
Mis ojos realizan un reconocimiento rápido de la habitación, tan solo pudiendo analizar un espacio desastroso con más vasos de plástico, algunas prendas de ropa y hasta varias esposas esparcidas por toda la estancia.
Eso es hasta que mi mirada baja lo suficiente para encontrarse con una cabellera rubia también llena de purpurina. Esta le pertenecía a un chico cuyo rostro no podía ver por culpa de su alborotado pelo y que además se encontraba en aquel colchón junto a mí.
Más bien no estaba junto a mí, sino sobre mí.
Tenía a un maldito desconocido durmiendo sobre mi pecho.
Mi respiración se corta instantáneamente y mi cuerpo reacciona por instinto haciendo lo que me parecía más lógico en aquel momento.
Empujarlo fuera de la cama.
El chico cae al duro suelo haciendo resonar el parqué y puedo escuchar un quejido que escapa de su garganta acompañado de algunas maldiciones.
Trago saliva lentamente antes de aferrarme al borde del colchón y atreverme a asomar mi cabeza para comprobar si está bien.
Es entonces cuando me quedo perpleja al encontrármelo recostado sobre su hombro izquierdo, inmóvil debido a la cinta rosada que rodea su torso y aprisiona sus brazos impidiendo que pueda moverse correctamente.
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Bajo las reglas del juego
Romance« ¿Qué harías si tu escritor favorito es también ese chico insoportable al que encontraste durmiendo sobre tu pecho tras una fiesta que ni siquiera recuerdas? » Gaia Rossetti es una lectora empedernida, como ella misma se define, que está enamorada...