A nada de la libertad

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Afortunadamente, Ava ya no sentía nada. Fue extraño, debería estar aterrada con la idea de pasar toda su vida en la prisión, pero extrañamente estaba vacía. Todo el miedo, el dolor... simplemente desapareció. Pero lo que no pudo silenciar fueron sus pensamientos, que rondaban caóticamente.

Estaba dividida, una parte de ella estaba desesperada por huir de su destino. Ella fue la víctima de la situación. No debería sucederle esto... ¿O si? Pero la otra parte de ella decía que se lo merecía, debía ser al fin condenada por lo que hizo.

Intentando silenciar su cabeza, miró a través de la ventana del transporte que los llevaba a ese temido lugar.

—¿Preparándote para nuestro nuevo hogar? —una voz le distrajo. Al girarse a ver hacia atrás, una chica con uniforme de recluso, igual al que Ava vestía, y cabello de un rojo tan intenso que tuvo que apartar la mirada, estaba sentada detrás de ella, junto a otra mujer pelinegra—. Al principio asusta, pero te terminas acostumbrando. De todas formas, pasaré un tiempo allí y luego encontraré la forma de escapar, seré libre nuevamente.

La chica se sentó de manera relajada, parecía incluso cómoda con lo que estaba pasando, con la pérdida de su libertad. Sus ojos no dejaban de mirar con curiosidad a Ava, quien intentó ignorarla, fallando patéticamente, pues la chica no se iba a callar.

—¿Es cierto que eres agente? —lanzó una carcajada—. Te espera una buena, las noticias corren rápido y no te dejarán tranquila tan fácilmente una vez que llegues. Son de enfadarse rápido, creeme, yo la última vez me metí en algo serio y casi quedo en coma —lo dijo como si nada—. ¿Por qué te condenaron? Escuché que fuiste secuestrada pero no dijeron nada más, ¿acaso mataste a alguien? De seguro que sí, que manera de arruinarlo mujer... —negó con la cabeza como si se lamentara. Ava habló por primera vez desde que comenzó el viaje.

—¿Puedes simplemente dejar de hablar? —dijo con voz tensa.

—Oh, ¿Toqué un nervio? ¿Qué pasa, nunca fuiste secuestrada antes? —Ava inhaló repentinamente—. Deberías estar acostumbrada a esas situaciones con el oficio que tienes, de seguro podrías hacer algo mejor que matar... ¡Ay! —fue cortada por un golpe de la chica sentada a su lado.

—Cierra la boca Yara, está entrenada, si le sigues molestando irá muy mal —dijo la chica.

—¿Quién crees que soy? Puedo con ella perfectamente, Liv —respondió.

—¿En serio quieres meterte en más problemas de los que tenemos? —siseó agresivamente Liv, a lo que Yara levantó sus manos en gesto tranquilizador y continuó hablando.

—Solo digo, de seguro esos secuestradores ni peligrosos eran. Podría haber evitado una muerte y se ahorraba un problema.

Con esas palabras, de repente una bomba de emociones estalló en Ava, haciéndole sentir que se ahogaba entre ellas. Se paró tambaleándose, pues llevaba cadenas que ataban sus muñecas, con el otro extremo enganchado al suelo, evitando que se mueva con tanta libertad. Cuando logró mantener el equilibrio, se giró de inmediato hacia las chicas.

—¿De verdad crees que es tan fácil? —gritó, todos en el transporte se le quedaron viendo en silencio—. Claro, podría haberme ahorrado una muerte pero todos esos niños estarían muertos en su lugar.

—Tranquila... —Liv intentó calmar la situación, sin éxito.

—¡Pero claro, es muy fácil hablar cuando no tienes que manejar la situación! ¿Sabes cuantos niños ya murieron? ¿Cómo los utilizan para presionar al gobierno, que estos cumplan sus demandas y luego los asesinan sin más? ¡No, claro que no sabes! ¡No sabes lo que es ser obligada a asesinar a alguien que amenaza tu vida!

METANOIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora