Cinco días después del secuestro.
Rojo. Era todo lo que veía... Ava no podía pensar, su cabeza daba vueltas. Cerró los ojos y respiró profundamente hasta que el mareo pasó. Sintió un leve olor metálico. El pitido de sus oídos se desvanecía y su corazón volvió a latir con normalidad. O al menos lo hizo hasta que sus ojos se abrieron de nuevo... sangre fue todo lo que vió.
—... en la sala —sonó una voz grave a lo lejos.
Ava escuchaba pitidos provenientes de su lado. ¿Dónde estaba? ¿Qué sucedió? Giró la cabeza, a través de sus ojos entrecerrados logró mirar la máquina conectada a ella. Las paredes a su alrededor eran blancas como la misma nieve. De repente, una enfermera a su lado hablaba, pero ella solo veía sus labios moverse sin emitir ni un sonido.
—Si no se calman voy a tener que terminar la sesión... —la misma voz volvió a escucharse.
Solo se repetía el momento en el que despertaba asustada. Una y otra vez. Y solo deseaba seguir despierta para no volver a sus pesadillas, donde todo era rojo.
—¿Puede recordar algo señorita? —preguntó la enfermera. No respondió, su mente tenía lagunas. Todo era rojo, rojo, rojo...
—Su señoría, si me permite... —una nueva voz habló.
Al despertar se encontraba a salvo en la camilla del hospital. Hasta que ya no lo estuvo, en el momento que dos hombres declararon que sus heridas ya habían sanado.
—¿A dónde me llevan? —preguntó Ava, intentando luchar, pero fue en vano.
—Su estado ya mejoró. La llevaremos a juicio por el crimen que cometió.
Y solo entonces lo vió claramente. El rojo comenzó a tomar forma otra vez. Allí en el suelo, rodeado de sangre... estaba el hombre que había asesinado.
—¡Orden en la sala! —la voz grave gritó, seguida de duros golpes contra el estrado. Ava salió de su ensoñación abruptamente mientras el silencio recorría la habitación—. Puede proceder con el interrogatorio, Davis.
El juez señaló al abogado de la acusación, quién estaba parado junto a una mujer que tenía lágrimas en los ojos y una niña pequeña en brazos.
—Gracias su señoría —Davis se acercó con una mirada fría a Ava, quien estaba situada a la izquierda del juez—. Afirma usted no recordar casi nada de los hechos, ¿Es esto cierto?
Una explosión y el repentino silencio. La muerte reflejada en los ojos de su víctima.
—Si, es cierto— dijo Ava tras un momento. Lo poco que recordaba, deseaba no hacerlo.
—¿Puede confirmarme si la víctima estaba desarmada al momento de ser asesinada? —fue la siguiente pregunta. Ava con desesperación contestó.
—¡Ni siquiera sabía que él estaba muerto! Las enfermeras me lo contaron. ¡No sé que sucedi...! —fue cortada.
—Responda la pregunta por favor.
Ava, sin saber qué decir, miró a su abogado defensor, Evans, quien asintió ligeramente con la cabeza.
—Si, estaba desarmado... —admitió.
—Pues bien, el principio de proporcionalidad implica que el nivel de fuerza utilizado debe ser estrictamente proporcional a la gravedad de la amenaza. La acusada portaba una pistola cuando la víctima estaba desarmada, no tenía forma de defenderse —argumentó Davis. Evans inmediatamente habló.
—Objeción. La víctima también era del Buró Federal de Investigaciones, no solo no cumplió la ley sino que también traicionó a la agencia. Mi cliente estaba armada solo porque logró quitarle la pistola que anteriormente estaba en manos de la víctima.
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METANOIA
Gizem / GerilimPor un descuido atrapada estaría, en medio de la oscuridad monstruos encontraría. Resistir era caer en la perdición, aun así, ella luchaba por encontrar una solución. Tanto pensar en lo que pudo ser, y un futuro que no podía creer... Pero no había...