III

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Lo había arruinado y todo por sus arranques de celos.

No lograba comprender cómo es que el mexicano capturaba la atención de los demás casi de forma hipnótica.

No tenía nada que ver con su suave risa.

No era su mirada la cual reflejaba un brillo emoción y seguridad.

No era el pequeño puchero que hacía al tomar agua.

No era ese tono tan seductor que tenía al hablar.

No era ese porte seguro y elegante.

No eran esos ojitos color café, los cuales tenían motitas verdosas si le prestaban atención, no, nadie podía mirarlo con tanta atención como él lo hacía.

No eran esos labios que te hacían querer besarlos hasta quedarte sin aliento.

-Mierda- soltó enojado mientras se recargaba en el respaldo del sofá, pensar en Sergio solo hacia que su sangre hirviera sofocando por completo sus sentidos, el mexicano era una tentación hecha persona.

No había podido contenerse al ver que el moreno había recibido una invitación para un evento privado y menos al enterarse que pasaría tiempo con desconocidos haciendo quien sabe qué cosa, por supuesto que no lo permitiría y por eso se encontraba en esos momentos leyendo el correo que la organización le había mandado, jamás  admitiría en voz alta que persiguió por todo el lugar al staff del evento y mucho menos diría que tuvo que sobornarla para poder recibir una invitación igual a la de su compañero, se repetía mentalmente que todo era para asegurarse que el mayor estuviera seguro.

Aceptó todos los términos mientras repetía su mantra mentalmente, no toleraba la idea de que alguien más pudiera estar con su compañero se encargaría de alejar a todo aquel que se le acercara mientras se llevaba a cabo el dichoso evento, tal vez podría aprovechar la ocasión para acercarse más al mayor, tal vez esta vez podría dejar los nervios de lado.

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