II

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“𝐍𝐮𝐞𝐯𝐨 𝐜𝐨𝐦𝐢𝐞𝐧𝐳𝐨”

°•°•°•°•°

—¡𝐒𝐔𝐙𝐔𝐌𝐄-𝐒𝐀𝐍! ¿𝐌𝐄 lees un cuento?—

Una pequeña niña albina se acercaba corriendo a una joven de melena castaña y ojos de un color morado profundo.

—Tsukiko, ya sabes que no debes correr en los pasillos.— La regañó la castaña sin alzar la voz. Rendida ante el puchero de la menor, tomó el libro entre sus manos y soltó un suspiro. —Está bien, pero sólo uno. —

—Suzumeeee-saaan, ¿me puedes peinar?—
Una niña pelirroja un poco mayor que la albina llegó dando saltitos.

—Nee, pero si ese es el trabajo de Hatsu-chan.— Se quejó un poco la mayor.

—¡Hatsuki está estudiando! Ya nunca me peina.— La pelirroja fruncía el ceño mientras Inflaba sus mejillas. La mayor se rió levemente.

—Bien, te voy a peinar, pero tú le leerás el cuento a Tsukiko. — Dijo  la castaña intercambiando la peineta por el pequeño libro.
La pelirroja soltó unos quejidos, pero finalmente aceptó.

La oji-morada empezó a desenredar y posteriormente trenzar el cabello pelirrojo de la niña.

Momento de orientarlos.

Suzume Kiyomoto.

La mayor de todo el horfanato.

17 años de edad.

174 centímetros exactos de altura.

Su cabello castaño llega por encima de sus hombros, lo cortó así para que no estorbara.

Ojos de un color morado vino oscuro que se vuelve más oscuro mientras más al centro.

Suele vestir un kimono tradicional color verde grisáceo y un estampado de rosas color beige, nada muy llamativo.

No la habían adoptado por poseer múltiples sicatrizes y vendajes a lo largo de sus brazos, lo que sumado a su altura la hacía parecer problemática.

Aunque adoptaban no más de uno o dos niños o niñas al año.

Tampoco habían muchos niños en aquel orfanato, cosa que no le extrañaba porque vivían en un pueblo muy pequeño casi en medio de la nada.

El orfanato era también un lugar donde los llamados “cazadores de demonios” venían a recuperarse. Todo esto era atendido por la bondadosa anciana Hisa. Una mujer bajita y mayor de cabellos grises, en un establecimiento con el sello de la glicina.

Un lugar llamado “La casa de las glicinias”.

Suzume realmente admiraba a los cazadores y deseaba llegar a convertirse en Hashira algún día. Pero claro, sus hermanitos siempre serían la prioridad, tendría que conformarse con entrenar y tal vez algún día un Hashira se la llevaría como su Tsuguko.

—Suzume-san, tu cumpleaños es el próximo mes, ¿no es así?— La voz de la pelirroja la sacó de sus pensamientos.

—Así es... parece que fue ayer cuando cumplí 15.— Dijo con un tono nostálgico la mayor. Ya había terminado de peinar a la pelirroja y esta quedó maravillada con el resultado.

—Pero vas a cumplir 18, deberías casarte e irte de aquí de una buena vez. — Un niño, de aparentemente unos 13 años y cabello azul oscuro, había entrado a la habitación.

—¿Me estás echando, Shiro?— Preguntó la castaña con una sonrisa burlona.

—¡N-no! Solo quería decir... Ya estás en edad y...— El chico se puso nervioso y empezó a balbucear incoherencias. La castaña soltó unas risas, a lo que el peli-azul desvío la mirada con el ceño fruncido.

"𝐌𝐚𝐝𝐫𝐞"|♪𝙺𝚗𝚢♪|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora