49 - Vamos a la playa

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#Rous

Estaba corriendo, luego de desaparecer de su vista. Y llegué hasta donde no podía correr más, la azotea del colegio.

Cuando subí los tres pisos y abrí la puerta sentí la brisa golpearme, tome una gran cantidad de aire y la expulse. Con eso logré calmarme y mire el sol enconderse detrás de las nubes.

– Rous... –.

Alguien me había seguido, asustada me volteo y suspiro al ver a Erick con un rostro muy preocupado. Lo más probable es que él si me haya visto correr.

Se acerco a paso lento – Amorcito... –. Empezó a decir.

– ¡Ya para con eso! –. Grité sin darme cuenta.

El me miró con asombro y comencé a disculparme, me sentí muy mal.

– Ven, toma asiento –. Me llevo al suelo para sentarme junto a él.

– Esto debe terminar, lamento todo lo que has pasado y te agradezco lo que has echo por mi, en verdad –. Decía yo con la mirada en el suelo.

– ¿Qué sucedió? –. Hablo muy bajito él.

– Este fue el límite. Discutí con Jeans por una tontería... –.

– Escuché algo, pero que no te ponga triste lo que dijo –.

– Es que no son exactamente sus insultos lo que me pone así, vivimos peleando, bromeando y buscando la manera de jodernos entre nosotros... Incluyendo los chicos, pero –. Suspiró – Nada... –.

– ¿Qué? Dime –. Se junto más a mi.

– He comprobado que él no cambiará –.

– Hablas de la chica? Pero estoy seguro de que no era nadie –.

– Ya lo había visto antes con ella. Yo en realidad creí que...–.

– Qué le gustabas? –. Pregunto él dudoso.

– Umm... Mejor olvidalo –.

–... Perdóname Rous –.

– ¿Qué? Pero si solo me ayudaste, además de que yo acepte llevar a cabo todo este espectaculo –.

– En verdad lo lamento, yo... –. Insistía.

– No, deja de sentirte mal –. Lo interrumpi – Te arrastre a todo esto... –.

– Pero Rous, en realidad es mi culpa... –.

Mientras intentabamos sobreponer nuestras palabras por encima del otro una tos nos hizo callar y mirar hacia la entrada de la azotea.

– Las parejas discuten de vez cuando, así que... –. Le decía Erick a Jeans que seguía parado en el marco de la puerta.

– Ya, déjalo Erick –. Coloque mi mano en su hombro y le sonreí agradeciéndo que estuviera apoyandome.

– Podemos hablar? –. Me observó el castaño.

El chico de pecas se levantó serio y miro directamente a los ojos al otro, aunque la diferencia de estaturas fuera grande.

– No soy su novio –. Y se fue directo a la salida.

– Eso ya lo sabía... –. Murmuró Jeans con una risa suave.

Aunque a los segundos se escuchó – ...Pero sigo siendo su perro guardian! –. Comencé a reír.

– Gracias! –. Le grité.

Y escuché el eco de un : ¡Guaf!, que me indicaba que ya estaba lejos.

– No puedo odiarlo, es un buen chico –. Sonreía él.

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