Capítulo 11

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Decir "estoy cansado" es quedarse corto. ¿Qué les parece algo como "me estoy colapsando"? Porque así es como se siente Rayne, como si cada fibra de su ser estuviera desmoronándose, incapaz de soportar el peso de la realidad. No solo su cuerpo se resiente, también su mente. Cada pensamiento, cada emoción se disuelve en un torbellino caótico que lo consume. Era como si todo su ser se estuviera cayendo a pedazos, una carga aplastante que lo llevaba al borde de la desesperación. El mundo a su alrededor seguía girando, indiferente, pero dentro de él, todo estaba en ruinas, y cada segundo que pasaba parecía un esfuerzo titánico por mantener algo, lo que fuera, intacto.

Las consecuencias son claras, como ya hemos dicho mil veces, pero eso no es lo más grave de todo. Si lo piensan bien, una muerte rápida sería incluso más piadosa que el riesgo de ser encarcelado, torturado, o peor aún, ver a su hijo lastimado. Un niño con la fuerza física de Mash y el poder mágico de Rayne representaría una amenaza que muchas personas estarían dispuestas a eliminar. Esto lo inquieta profundamente. Rayne no solo teme por su propia vida o la de Mash, sino por la de su hijo, un ser que ni siquiera ha nacido pero que ya carga con el peso de peligros inimaginables.

Tampoco quería decírselo a su hermano, ¿cómo podría? No existen palabras adecuadas para confesarle que está en una relación con su mejor amigo, aquel en quien Finn confía ciegamente. Y peor aún, ¿cómo le dices que tendrán un hijo, un niño cuya mera existencia los pone en la lista negra de aquellos que buscan eliminar cualquier amenaza potencial? No hay manera de suavizar una verdad así. Todo lo que diga solo empeorará la situación, y ese miedo, ese terror a romper el vínculo con su hermano, lo consume.

Perder a sus padres lo obligó a levantar un muro, no solo para proteger a su hermano, sino también para protegerse a sí mismo. Desde entonces, Rayne hizo todo lo posible para que ambos pudieran tener una vida estable, incluso si eso significaba sepultar sus emociones en lo más profundo de su ser. Bloqueó el dolor, el miedo, y cualquier sentimiento que pudiera distraerlo de su objetivo. Pero ahora, gracias a Mash, ese muro comenzó a derrumbarse. Con cada gesto, cada palabra de apoyo, Mash logró lo impensable: tocar algo dentro de Rayne que creía haber enterrado para siempre. Y ahora teme que, cuando todo ese muro caiga, lo que ha mantenido oculto durante tanto tiempo salga a la superficie de manera abrupta, incontrolable, arrasando con todo a su paso.

Hizo cosas que jamás habría imaginado, cosas que su viejo yo, el Rayne frío y contenido, nunca habría permitido. Ese beso fue el detonante, el primer paso hacia una serie de decisiones que lo llevaron a lugares oscuros y desconocidos. Pero, al mismo tiempo, fue liberador. Mash le mostró un mundo donde no tenía que cargar con todo solo, donde no necesitaba ser invulnerable. Pero esa libertad también le dio miedo, porque al derrumbarse su antiguo yo, no está seguro de lo que quedará cuando esto termine.

Es por ello que, con todo eso en mente, lo primero que hizo luego de que Mash saliera de su habitación fue algo que había estado posponiendo durante muchísimo tiempo. Dormir.

Claro que sí, amigos, ese lujo tan preciado que todos los universitarios y trabajadores anhelan desesperadamente. Apenas el Omega cruzó la puerta, Rayne se desplomó sobre la cama, hundiendo su rostro en la almohada con un suspiro de agotamiento. Sentía sus párpados volverse cada vez más pesados, como si el simple acto de mantener los ojos abiertos fuera una hazaña monumental. Tenía tantas cosas dando vueltas en la cabeza que, sin querer, empezó a construir una pequeña lista mental. Todo lo que había hecho, todo lo que aún tenía que hacer, y todo lo que seguía guardando en lo más profundo.

Pero sabía que este momento de tregua no duraría mucho. Más tarde tendría que asistir a la reunión de los Visionarios Divinos, una asamblea que no podía permitirse ignorar. Aunque solo la idea de levantarse le producía una fatiga abrumadora, tenía que estar allí, en medio de personas que esperaban la más mínima oportunidad para ir en su contra.

Su cuerpo y su mente ya no podían más. Las horas de insomnio, las decisiones pesadas, los muros que había levantado y que ahora se desmoronaban, todo lo arrastraba hacia un abismo de agotamiento del que no había escapatoria. Dormir no era solo una necesidad física; era su única forma de escapar, aunque fuera por unas horas, de la tormenta emocional que lo asfixiaba.

«Nunca debí aceptar la propuesta de Mash.»

—¿Qué debo hacer? —susurró con la cara enterrada en la almohada, la voz amortiguada por el cansancio—. Clary...

¿Cómo pudo olvidarla? Ella era prácticamente de las pocas personas a quienes consideraba "menos molesta" que las demás. Clary siempre había estado ahí, ayudándole en su investigación súper secreta, o simplemente escuchándolo hablar cuando lo necesitaba. Era cierto, le agradaba, y sí, se preocupaba por ella.

Cerró los ojos, pensando en cómo recuperarla. Los Ames habían sido una familia importante, poderosos y respetados, hasta que sus padres murieron. Después de eso, todos les dieron la espalda, como si no valieran nada. Aunque el prestigio de la familia aún se mantenía, era más por los logros de Rayne y por la ayuda monetaria del director Wahlberg que les permitía vivir con cierta comodidad.

La familia es importante.
Eso está bien, pero... ¿qué ocurre cuando es tu propia familia la que te lastima?

Fin del capítulo 11

Flawsome| Rayne X MashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora