Capítulo 3: "Programación interna"

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Era ya algo normal para él, quiero decir, no significaba que pensara que aquello que le sucedía estaba bien, pero después de tanto tiempo pasando por ese tipo de situaciones era inevitable haberse acostumbrado

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Era ya algo normal para él, quiero decir, no significaba que pensara que aquello que le sucedía estaba bien, pero después de tanto tiempo pasando por ese tipo de situaciones era inevitable haberse acostumbrado. Haber tomado esa capa que le dictaba ser un marginado y cobijarla sobre sus hombros para no deshacerse de ella, refugiarse bajo esa imagen, después de todo, era lo que el resto de la sociedad decía de él, le habían dado una identidad de inepto desde que era muy pequeño.

Un inútil.

Quizás eso era después de todo y aunque no planeaba pensar esas cosas de sí mismo, ni dejarse llevar por los comentarios malintencionados de las personas, a veces le era difícil no caer.

Y claro que era difícil.

Difícil al sentir el piso helado de las baldosas debajo de él, el cómo su uniforme oscuro se pegaba a su cuerpo debido a la humedad que había absorbido la tela, producto de una cubeta de agua que habían arrojado sobre él, su querida mochila tirada a un costado con algunas de sus pertenencias desparramadas por el suelo de uno de los baños del segundo piso, las pesadas lágrimas cubrían su rostro sin poder evitarlo, después de todo, era alguien sumamente susceptible, sensible, cómo le decía su madre. No había sido su intención meterse en problemas, pero simplemente no pudo quedarse a un costado al observar cómo un grupo de sus usuales abusadores intentaban molestar a un chico de menor grado, decidido a intervenir se había interpuesto entre el grupo y el chico quién temblaba temeroso, por fortuna, había logrado defenderlo al desviar la atención del resto, aunque para su desgracia, el grupito se había decidido desquitar con él, llevándolo a la situación en que se encontraba ahora.

— Oh vamos ¿Estás llorando?

— Déjalo, es lo único que sabe hacer ¿No, Midoriya?— Exclama uno de sus agresores con ese tinte de burla venenosa en su voz, se notaba que disfrutaban lo que hacían, establecer un dominio sobre los "débiles" para sentirse poderosos, podía identificar sus rostros al levantar ligeramente sus ojos esmeraldas bañados en gotas saladas, eran los chicos que solían molestarlo casi siempre, amigos de Kacchan y aunque el cenizo no se encontrase allí, seguían siendo igual de intimidantes que siempre. - Se hace el héroe pero después termina en el suelo llorando cómo un bebé, no sé para qué te esfuerzas.

— Y-yo...- Su voz sale entrecortada y se avergüenza por ello, se recrimina a sí mismo, a veces le gustaría ser otra persona, alguien más fuerte que pudiese proteger y salvar a los demás, pero en este momento, sentía que no se podía salvar ni a sí mismo. - Saben que eso está mal, chicos...Yo...yo sólo...no podía quedarme sin hacer nada.

— Y ahí va de nuevo, al parecer aún no lo has comprendido ¿No? Eres simplemente un quirkless y siempre lo serás.— Uno de los chicos hace una señal a los demás mientras tenía una sonrisa maliciosa dibujada en su rostro, acto seguido el grupo se comienza a acercar a él provocando temblores en su cuerpo, al parecer, no llegaría a casa temprano.

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