Un infierno de cemento 1

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Todo paso muy rápido, las cajas estaban apiladas, de pronto lo ví frente a mi una vieja y destrozada casa, muy diferente a lo que estaba acostumbrada, mis lágrimas salieron, no me pude despedir de nadie para todos simplemente desapareci sin dejar rastro.

No había nada dentro,  lo único que había eran telarañas. Al subir a mi habitación el piso rechino las tablas sueltas casi hacen que me caiga pensé que talvez sería grande pero me equivoqué.

Arañas y polvo estaba a la vista, solo mi cama usaba todo el espacio de la pequeña habitación, <esto es una broma?>, baje al escuchar el llamado de mis padres, otra vez cajas esta vez en cambio tenía que meterlas.

Pa es imposible la mitad no va a entrar! -grite aún con algunas lágrimas callendo-

Tu solo deja las cajas adentro tu madre y yo nos encargamos del resto. -se podía notar el sudor caer debido al esfuerzo que hacía mi padre-

Está bien. -pase mi mano por mi rostro, solté un suspiro antes alzar la primera caja-.

Cuando terminamos de meter lás cajas la habitación cobro algo de vida, la casa seguía siendo lugubre. Por lo menos yo ya estaba harta, de todo.

Busque entre las cajas, algo que ponerme, al encontrar lo primero que pude lo usé, simplemente quería salir. Al bajar pude escuchar los martillos sonando y las tablas rechinando, el sonido parecía ser eterno.

Me despedí rápido y salí, esa fachada tan horrible solo hacia que mis ojos lagrimen, el barrio era algo rústico por decirlo de alguna manera, las calles están dañas.

<Por qué no las arreglan?>, en cada esquina había parques pero estaba vacíos, no entendía que pasaba, todos se están escondiendo.

De repente los parques se llenaron, miles de chicas y chicos, estaban con tablas las cuales tenían ruedas, era extraño poco después de que todos se escondieron, los gritos sonaron fue tan fuerte que parecía solo ruido.

Ignorarlo era difícil por no decir imposible, por dónde sea que pasara eran gritos mi cabeza retumbaba, parecía que iba a explotar.

Una pequeña tienda de comestibles seguía abierta, <por fin un lugar donde esconderme>, no había nada bueno de comer, lo único que llamo mi atención fue un chocolate parecia algo viejo.

Al bajarlo del estante este subió. Mis piernas temblaron de la emoción, con pasos rápidos entre esperaba encontrar dulces o algo decente de comer.

En cambio ví algo horrible, una chica sentada con un chicos a su derecha y una chicaa su izquierda, el primero era enorme y músculo,  la otra era más pequeña y delgada tenía un cuerpo que cualquier supermodelo envidiaria.

Enfrente de la chica estaba un señor basada en su aspecto talvez tendida unos 40 o 50 años, estaba atado solo podía escuchar sus gemidos de miedo, parecia pedir ayuda.

Sus ojos se encontraron con los míos, soltó un grito en mi dirección, los tres sujetos se dieron cuenta de mi presencia, intenté dar un paso atrás pero choque contra algo. Al girar me asusté era el chico robusto que ví antes parado al lado de la chica.

<En qué momento.> Una mano se poso en mi hombro. Asustada giro solo quedar cara a cara con la chica que antes estaba sentada.

Y-yo lo siento. -su dedo se colocó en mis labios silenciando me-

Cual es tu nombre. -su uña dejo un largo rasguño por mi barbilla-.

Me llamo Ashley.

No eres del barrio verdad? -de repente sentí sus manos en mi abdomen-

los huesos rotos del amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora