Capítulo 3 : El sueño se hizo realidad

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Colin hizo una pausa en sus movimientos, sus ojos se encontraron con los de ella, su expresión era tierna pero inquisitiva. "¿Pasa algo, amor?", preguntó con voz suave y paciente, mientras colocaba cuidadosamente sus manos sobre sus hombros, sus dedos acariciando su piel desnuda.

El corazón de Penélope se aceleró aún más cuando su contacto le provocó escalofríos en la columna vertebral. Sacudió la cabeza, con la voz todavía tranquila. "No, no pasa nada", logró decir, con la mirada fija entre su rostro y su torso expuesto. "Solo... necesito un momento".

Colin miró a Penélope con una mirada suave y comprensiva. —Puedo lavarte primero y luego lavarme yo —sugirió mientras sus manos descansaban suavemente sobre sus hombros.

Los ojos de Penélope se abrieron mientras aún cubría sus pechos, su mirada fija en sus musculosos bíceps y la prominente línea en V y las venas debajo de su estómago, justo encima de la cintura de sus pantalones.

—Um... ¿es posible que una criada me lave en mi lugar? —preguntó tímidamente.

Colin la miró fijamente por un momento, notando que se cubría los pechos y la expresión nerviosa de su rostro. Una pequeña sonrisa se dibujó en las comisuras de sus labios.

El corazón de Penélope latía tan deprisa que ya le resultaba difícil distinguirlo de un sueño. Se agachó para mirarla a los ojos.

—Tienes la pierna rota —dijo en voz baja, mirándola a los ojos—. Tengo que cuidarte, nena.

Penélope se rió nerviosamente y se aclaró la garganta con una pequeña tos. "Está bien... pero ¿podrías... dejarte los pantalones puestos?", murmuró, con voz suave y vacilante.

El rostro de Colin se iluminó con una amplia sonrisa. "Pen, yo también necesito lavarme", respondió con un tono ligeramente petulante. "No me he lavado en días, estaba muy preocupado".

Penélope se sonrojó furiosamente, su mente luchaba por reconciliar la situación con la del mundo real. "P-pero puedo esperar", protestó, sus manos todavía cubriendo sus pechos. "Una vez que hayas terminado, iré después".

Colin se rió suavemente, con los ojos llenos de afecto y diversión. "Eres adorable cuando estás avergonzada", dijo, con un tono cálido y burlón. "Pero no voy a dejar que te alejes de mi vista, no cuando estás herida. Además, estoy sucia. No te preocupes, seré amable".

Una mezcla de emociones invadió a Penélope. Su corazón se agitó ante sus palabras cariñosas, pero su mente aún luchaba por darle sentido a la situación. Estaba demasiado cerca, demasiado íntimo, y la imagen de su semidesnudez ahora estaba grabada a fuego en su mente. Cerró los ojos y respiró profundamente.

—Está bien —asintió ella, su voz apenas era más que un susurro.

Colin sonrió suavemente mientras levantaba con cuidado a Penélope del sillón, y su rostro se sonrojó cuando sus ojos se encontraron con los de él. Había un hambre primaria en sus ojos que despertó algo muy profundo en ella, un deseo que nunca antes había sentido. Tragó saliva, abrumada por la intensidad de su mirada y la forma en que la miraba. Esta versión de Colin era completamente diferente y rezó en silencio para que este sueño nunca terminara.

La bajó suavemente a la bañera, y el agua se esparció mientras su brazo sostenía su espalda y su otro brazo soltaba sus piernas, teniendo mucho cuidado de no agravar su pierna herida.

—Gracias —murmuró ella suavemente, su mente todavía dando vueltas por la forma en que él la trataba.

Colin volvió a sonreír y dio un paso atrás para quitarse los pantalones. Penélope no pudo evitar mirar hacia otro lado. Verlo en un estado tan íntimo era demasiado para soportar.

¿Eres mi marido?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora