Durante los siguientes tres días, Amelia se sumergió en su trabajo, tratando de ahogar sus pensamientos y emociones en las telas y los diseños. Evitaba los lugares donde sabía que podría encontrarse con Baldwin, y cuando inevitablemente sus caminos se cruzaban, le hacía una reverencia formal y continuaba con su día.
Para Baldwin, cada uno de esos encuentros era un recordatorio doloroso de lo que había sucedido. Amelia, por su parte, luchaba con sus propios sentimientos contradictorios. Lo amaba y deseaba, pero lo sentía fuera de su alcance para ser cierto.
Finalmente, llegó el día y las preparaciones para el baile de Año Nuevo estaban en pleno apogeo en el palacio. Los sirvientes corrían de un lado a otro, decorando el salón de bailes con elegantes guirnaldas y luces brillantes, sacando los mejores vinos de la bodega del palacio. Las cocinas estaban llenas de actividad, con los chefs preparando un banquete digno de la realeza.
Baldwin llegó al taller de Amelia con Ethan y Lilian, para probarse los trajes. La tensión en la habitación era palpable mientras Baldwin observaba a Amelia con tristeza. En cambio ella, evitaba su mirada a toda costa.
Ethan, con una sonrisa traviesa, se dirigió a Amelia mientras se ajustaba el cuello de su camisa—. Amelia, ¿irá Oliver al baile esta noche?
Amelia asintió, sonriendo ligeramente—. Sí, claro que sí. Oliver estará allí.
Baldwin observó a sus hijos con cariño mientras se cambiaban de ropa—. Niños, vayan a cambiarse para que las sirvientas puedan preparar sus trajes para la noche.
Ethan y Lilian obedecieron, dejando a Baldwin a solas con Amelia. El silencio entre ellos era denso. Baldwin finalmente rompió el silencio, dando un paso hacia ella—. Amelia, ¿te veré esta noche en el baile? —preguntó, su voz estaba llena de esperanza y cautela.
Amelia mantuvo su mirada baja y sus manos entrelazadas frente a ella—. Estaré acompañando a mi hijo, señor —respondió con suavidad.
Baldwin asintió, aunque su corazón se apretó un poco más—. Estoy feliz de saber que irás —dijo, esforzándose por mantener una sonrisa—. Espero que podamos hablar, aunque sea un momento.
Amelia no respondió, simplemente asintió antes de regresar a sus tareas. Baldwin se dio la vuelta y salió del taller, dejando a Amelia con sus pensamientos. Dejó escapar una bocanada de aire, como si hubiera estado conteniendo su respiración en la presencia del rey.
Baldwin caminaba sin rumbo por los pasillos del palacio. Los guardas que vigilaban cada rincón inclinaban la cabeza ante su presencia, como señal de respeto. Él parecía ignorarlos, pero era consciente de que estaban ahí, observándolo. Escuchó unos tacones caminando aceleradamente detrás de él y volvió su mirada, emocionado, pensando que podría tratarse de la mujer que le había estado robando el sueño
—!Majestad! —exclamó Eliza, agitada. Baldwin resopló con decepción al ver que se trataba solo de Eliza, gesto que la mujer notó y frunció el ceño, confundida—. ¿Se encuentra bien?
Baldwin asintió, fingiendo una media sonrisa—. ¿En qué puedo ayudarte?
—Quería saber si el rey de Astoria aceptó la invitación al baile... le pregunté a la inútil de Alice, pero ella nunca me dice nada —miró a ambos lados y se acercó a él para susurrar—. Nunca le he agradado a esa mujer.
«¿Por qué será?», preguntó el rey en su mente. Negó con la cabeza—. No obtuvimos respuesta. Me hubiera gustado iniciar un nuevo año con paz entre ambos reinos, pero Arthur lo hace imposible.
La mujer lo miró, nuevamente confundida y con preocupación en sus ojos—Entiendo... ¿hay algo en lo que pueda ayudarle?
—No, gracias.
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Bajo El Manto Real
RomanceCuando Amelia, una modista, se casa con Baldwin, el rey de Valoria, desatará una serie de acontecimientos en la vida de sus hijos. Oliver, hijo de Amelia, es criado en compañía de los gemelos, el príncipe Ethan y la princesa Lilian. Al crecer, descu...