Capítulo 6

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MARC
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Me froté los ojos y retiré el cuerpo desnudo que descansaba sobre mí. Me senté sobre el filo de la cama y busqué entre la oscuridad los pantalones. Me los puse cubriendo mi desnudez y salí de la habitación con la intención de ir al baño. Todavía no había amanecido, estaba todo a oscuras a excepción de la luz que provenía del salón. Entré al aseo para hacer mis necesidades y al salir quise volver a la cama, estaba demasiado cansado y tampoco quería que la chica que descansaba en mi cama se diera cuenta de mi ausencia.

Dios, me sentía tan mal. Ni siquiera recordaba como se llamaba. Se presentó y a los cinco minutos nos estábamos comiendo la boca. No sé en qué momento pasé de estar hablando con un pedófilo, a estar besando a una chica preciosa. Me prometí tantas veces que los líos de una noche se iban acabar que no pude confiar en mí mismo. Cada noche caía y realmente me venían muy bien para pasar el rato, pero no era algo que me llenara y dejó de ser aburrido en cuanto se convirtió en mi día a día.

Entré en el salón y me di cuenta de que la luz provenía de la cocina, Irina estaba leyendo sobre la encimera de la isla. Tenía las gafas y el pelo recogido en una trenza mal hecha. Llevaba un pijama lencero de seda negro y la postura no era la más cómoda, pero parecía estar sumergida en la historia. Tenía un pie sobre el taburete y por su expresión facial no estaba leyendo algo precisamente divertido. Un par de lágrimas se deslizaron por su mejilla y golpeó con rabia la encimera. Realmente vivía lo que leía y me pareció tan adorable que sin verlo venir me encontraba sonriendo como un completo estúpido.

Caminé a por un vaso de agua y así llamar su atención. Tenía los auriculares puestos así que ni chillando se iba a dar cuenta de mi presencia. Irina se ponía la música muy alta, tanto que me preocupaba su salud auditiva. Pasé por delante y a los pocos segundos sentí el impacto de algo en mi espalda.

— ¿Me acabas de tirar una galleta? —pregunté con sarcasmo.

— Me has asustado. Imbécil. —Me miró subiéndose las gafas y quitándose los auriculares, cosa que me gustó porque estaba dispuesta a hablar conmigo.

Estaba acostumbrado a que se los volviera a poner y procedía a ignorarme. Me sorprendió que fuera distinto, lo cierto es que comenzaba a ser diferente todo lo que la envolvía a ella con lo que respectaba a mí.

— Perdón —alcé las manos—, no entraba en mis planes interrumpir tu cabreo y tu tristeza. Ese libro debe haberte causado un trauma gordo para que termines llorando —le sacó el dedo corazón y cerró el libro de golpe.

— Ha muerto mi personaje secundario favorito. No te burles porque te juro que te echo de casa —me amenazó y me mantuve en silencio aguantando las ganas de reírme.

Irina entornó los ojos y se paró detenidamente a observarme. Ni siquiera me echó una buena reprimenda por ir sin camiseta. Todo lo contrario, sus ojos explotaron mi abdomen desnudo, e incluso más allá. A oscuras cogí los pantalones grises de chándal que tenía en la silla y la cinturilla estaba gastada. Me caían por las caderas, el principio de la tela estaba a poco milímetros de mi miembro. Se aclaró la garganta y alzó la mirada.

— Ponte una camiseta, anda —negué y fui a servirme el vaso de agua.

— Estaba en bolas, he cogido los pantalones y me los he puesto por ti.  ¿Hubieras prefiero encontrarme desnudo? —el tono de burla era evidente.

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⏰ Última actualización: Oct 23 ⏰

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Frenesí 909 ▪︎ MARC GUIUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora