Soy un amante de las sensaciones, de las emociones y de aquellas pequeñas cosas que las provocan. Y he aquí una confesión que tú, más que nadie, ya has de saber: eres quien provoca una de mis más preciadas emociones, un sentimiento que solo tú eres capaz de recrear. Porque tú eres como mi momento favorito en el mundo, en el tiempo y en la brevedad de la vida.

Eres ese momento que cada año persigo durante los escasos meses en los que puedo alcanzarlo, ese trozo de tiempo en el que el mundo se congela solo para ser besado por el sol.

Porque tú eres esas pocas mañanas de invierno en las que el sol es más fuerte que las espesas nubes. Esas frías pero soleadas mañanas de invierno, justo en esas horas en que el cielo se transforma de la oscuridad a la luz, cuando la luna tímidamente le abre paso al sol. Eres esa fría brisa que calma los tímidos besos del sol, que mece los árboles y guía el canto de las aves que vuelan libres por el cielo, entregando sus alas al viento. Eres el primer café del día, amargo y dulce, suave y fuerte. Eres la escarcha que se derrite con el sol, mostrando los vestigios del verde que tanto amo.

Cariño, eres, has sido y serás siempre tantas magníficas sensaciones. Y por más que la vida pase, y el tiempo deteriora mis recuerdos, y tal vez hasta aquello que nos une, y las palabras entre nosotros se agoten, y la distancia se agrande, tú siempre serás para mí esas mañanas en las que olvido mi nombre, mi dolor y mi tristeza, en las que la tranquilidad y aquella melancólica alegría me embriagan y me hacen sentir esa paz que siempre olvido que existe dentro de mí.

Porque eres ese momento efímero pero eterno, eres una mañana de invierno.

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⏰ Última actualización: Aug 30 ⏰

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