Capítulo 2

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Después de que Louis regresara del tocador, el reverendo Case recomendó al señor Styles que llevase las maletas del omega y los acompañó hacia su viejo automóvil, un vehículo cuadrado con los neumáticos gastados y los asientos rasgados

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Después de que Louis regresara del tocador, el reverendo Case recomendó al señor Styles que llevase las maletas del omega y los acompañó hacia su viejo automóvil, un vehículo cuadrado con los neumáticos gastados y los asientos rasgados. Louis se sentó delante, al lado del reverendo Case, y el señor Styles se sentó exactamente detrás de él. 

Justo cuando entraba en la estación un tren del ejército, el reverendo partió en dirección hacia el este por la carretera de tierra que llevaba de Holmes Chapel hacia el pueblo.

El omega ya había estado ahí una vez, en una excursión, pero no se había fijado mucho en los alrededores. A través de las ventanillas bajadas, y con el viento agitándole los cabellos sueltos que sobresalían por debajo de su fino sombrero, veía una tierra verdes.

Atravesaron hileras de campos regados mediante canales, rebaños de vacas de diferentes tonos de marrón y negro y estanques poco profundos para el ganado.

El reverendo Case ofreció una descripción continuada de todos los pozos, granjas y edificios auxiliares que veían al pasar.

—Escucha esto, Louis. Los Styles... —dijo señalando al Alfa—Tienen algunas de las mejores tierras de todo el condado de Holmes. Pertenecen a la misma familia desde los días de la colonización. ¿No es así, Harry?

—Sí, señor.— respondió, su voz grave y ronca sorprendió a Louis. El reverendo sonrió, asintió para sí mismo y continuó.

—Aquí cultivamos remolachas, hortalizas y algunos cereales. Y ahora que estamos en guerra, los granjeros están muy bien considerados.— golpeó el volante con la palma de la mano y miró hacia Louis —Los granjeros no tienen restricción de gasolina. Tienen toda la que quieren... ¿Verdad, Harry?

—Sí, señor.

—La agricultura...— dijo el reverendo —Alimenta muchas bocas hambrientas. —agarró el volante con la mano y asintió con la cabeza —Es una buena vida, Louis.

El reverendo aparcó su automóvil delante de una iglesia rodeada de árboles, cubierta de pintura roja y rematada por una delgada aguja con campanario. Cuando el reverendo los guio al interior del edificio de la iglesia, Louis aprovechó la oportunidad para experimentar un poco más al granjero. Los hizo pasar a la cocina y les dijo que los dejaría al señor Styles y a él solos durante un rato y que esperaría la decisión en su despacho.

Antes de la boda, esta era la última oportunidad para cambiar de idea.

El Alfa se sirvió limonada de la nevera y se sentó frente al omega, en el extremo de una larga mesa donde Louis podía imaginarse los aperitivos que ofrecerían después del servicio religioso de los domingos. El granjero se aclaró la garganta, pero parecía incapaz de hablar.

—Señor Styles... —Louis se apresuró a comenzar la conversación. La mirada penetrarte del Alfa sobre él comenzaba a inquietarlo.

—Harry, por favor.

—Harry, pues...

Louis esperaba que no fuese tan tímido como para no responder a la pregunta que lo atormentaba desde la primera mención de este acuerdo. Desde el principio de la guerra, se había presionado a los Omegas para casarse con soldados tanto como a los Alfas para alistarse. Estaba en todas partes: en los periódicos, en las revistas, en las canciones y en el cine. Después de todo, los soldados se iban a la guerra arriesgándolo todo: la salud, el cuerpo, la juventud, incluso la vida. Las buenas omegas no tenían relaciones sexuales antes del matrimonio, así que, si un soldado quería conseguir a una, el matrimonio era la mejor opción.

Los Omegas se casaban con soldados por una especie de código patriótico, pero Louis se preguntaba por qué un hombre podría aceptar una unión como esta, sin haberse visto antes y sin ningún beneficio aparente.

—Yo me preguntaba… —Louis mordió su labio inferior nervioso, le estaba costando decírselo —Me preguntaba, ¿por qué has aceptado este matrimonio?

Harry se movió en la silla y se le marcó una profunda línea en el centro de la frente. Nuevamente aquel fuerte aroma que el Alfa desprendia invadió el lugar. El granjero hizo una mueca con sus labios y marcó un pequeño hoyuelo en su mejilla derecha.

—Cuando el pastor vino a hablar conmigo y me contó tu situación, yo pensé… —hizo una pausa y tragó saliva —Pensé que tal vez era la voluntad de Dios.

¿La voluntad de Dios? ¡Cuántas veces había maldecido Louis a Dios y a su voluntad últimamente!

¿Entonces el reverendo le había impuesto al señor Styles una presión religiosa similar a la presión patriótica que soportaban muchos omegas?

Harry esperó el tiempo necesario para respirar profundamente. —Y al ver cómo mi gente se va muriendo, y a mi hermano lo mataron en la guerra…—Volvió a aclararse la garganta, se llevó el puño a la boca y carraspeó —Últimamente mi casa ha estado bastante solitaria.

«Solitaria» dijo.

La soledad es un motivo para casarse que Louis podía aceptar. Después de todo, los matrimonios de conveniencia han llenado los canales de la historia desde el principio de los tiempos. La política, la ambición y la corrupción forzaron muchas uniones entre un Alfa y un Omega, pero ¿cuántos matrimonios se habrán celebrado solo por la necesidad de compañía humana, solo por la soledad?

¿Y cuántos matrimonios concertados habrán sido más fructuosos que los que nacían de elecciones personales?

Sin embargo, Louis consideraba que en estos días nadie debería casarse contra su voluntad.

El omega se tomó un momento para estar en silencio, aún con curiosidad le dijo a Harry: —Ahora que has tenido la ocasión de conocerme… Al verme en persona, Harry, ¿no tienes dudas?

—No, ninguna —dijo, mirando a Louis con una mirada casi inexpresiva —
Eres tan delicado que no puedo creer que alguien haya podido hacerte eso. 

Louis tuvo que apartar la vista, y mirar al suelo de linóleo.

¿«Que alguien haya podido hacerte eso»? Intentó reprimirla, pero Louis empezó a notar presión en la cara. Estaba apunto de sufrir su inadecuada reacción a las emociones fuertes.

Estornudó una vez, una explosión dolorosa que venía de los pómulos y no de la nariz, y entonces volvió a estornudar. Harry se sacó del bolsillo de la pechera un pañuelo blanco como un papel nuevo. En pocos minutos estornudó en él varias veces. La presión de los pómulos hizo que asomasen las lágrimas, pero el omega fue capaz contenerlas. Se cubrió la nariz con el pañuelo de Harry y esperó a que pasase.

Las mejillas de Louis se sonrojaron levemente y al mirar hacia abajo pudo ver que había dejado dos manchas en el pañuelo de Harry.

—Disculpa... —dijo apenado —Mañana té lo lavaré y te lo planchare. —afirmó guardandose el pañuelo en el puño.

—No pasa nada.— respondió despreocupado, y Louis lo miró fijo a los ojos.

—¿Crees que podrás querer al bebé?

—Sí —dijo Harry sin dudar —Lo querré, Omega.

𝐄𝐥 𝐠𝐫𝐚𝐧𝐣𝐞𝐫𝐨  «𝘖𝘮𝘦𝘨𝘢𝘷𝘦𝘳𝘴𝘦» l.s "adaptación"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora