II- "Un juego de Seducción"

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Las noches siguientes, Alastor se mantuvo alerta, esperando alguna señal del misterioso ser que lo había visitado. No volvió al pantano, pero sus pensamientos seguían anclados en aquel lugar. Había algo en ese encuentro que no podía dejar atrás. Cada vez que cerraba los ojos, podía sentir de nuevo el frío de las escamas y el calor del beso, tan real como si estuviera ocurriendo en ese mismo momento.

Lucifer, por su parte, seguía observando desde la distancia, deleitándose en la confusión y el creciente deseo que veía en el ciervo. Pero sabía que no podía simplemente dejar las cosas así. Había despertado algo en ese demonio, y ahora tenía que alimentar esa chispa.

Una noche, mientras Alastor caminaba solo por un oscuro bosque cercano, sintió un escalofrío recorrer su espalda. Era una sensación familiar, y su cuerpo se tensó en anticipación. Sabía que estaba cerca.

¿Vas a esconderte de nuevo, criatura?- dijo en voz alta, su tono desafiante. -Muéstrate. No tengo miedo de ti.

De las sombras, una risa suave resonó, un sonido que envió una oleada de calor a través de su cuerpo. -¿Miedo? Eso sería aburrido, ¿no crees?-  La voz era seductora, envolvente, y el ciervo supo al instante que no era una simple criatura la que le hablaba.

De entre los árboles, Lucifer apareció, esta vez en su forma verdadera, su figura imponente envuelta en una oscuridad que parecía devorar la luz a su alrededor. Sus ojos dorados brillaban con malicia y algo más, algo que Alastor no pudo identificar de inmediato.

¿Quién eres realmente?- preguntó con voz firme, pero con un toque de incertidumbre.

El rubio sonrió, un gesto que era tanto una amenaza como una promesa.-Soy el que te robó un beso, y el que te robará mucho más si me dejas.- Sus palabras eran un reto, un juego que recién comenzaba.

Alastor sintió que su corazón latía más rápido, una mezcla de temor y excitación. Nunca había conocido a alguien que lo desafiara de esa manera, que despertara en él algo tan visceral. Pero también sabía que estaba jugando con fuego, un fuego que podría consumirlo si no tenía cuidado.

¿Qué quieres de mí?- preguntó, su voz se había suavizado ahora, y la creciente curiosidad hablaba.

Lucifer dio un paso hacia él, su mirada fija en su objetivo. - Quiero verte arder, quiero desentrañar cada secreto que guardas, y tal vez...solo tal vez, quiero que veas los míos.- confesó.

El aire entre ellos estaba cargado de tensión, una energía palpable que hacía que cada fibra del cuerpo del ciervo se sintiera al borde de un precipicio. No sabía si lo que sentía era deseo, temor o una mezcla peligrosa de ambos. Pero lo que sí sabía era que no podía retroceder, no con Lucifer frente a él, con esa mirada que prometía tanto.

Lo observó detenidamente, buscando algún rastro de debilidad, algo que lo ayudara a recuperar el control de la situación. Pero lo único que encontró fue la seguridad implacable de un ser que conocía todos los juegos y que los dominaba con una maestría que él apenas comenzaba a comprender.

Si lo que buscas es un juego- dijo el pelirrojo, alzando la barbilla con desafío.- deberías saber que no soy alguien que se rinda fácilmente.

El rubio sonrió, complacido. - No espero menos de ti. Después de todo, un desafío sin resistencia no es más que una pérdida de tiempo.

Sin previo aviso, El caído se movió con una velocidad casi sobrenatural, acercándose lo suficiente para que Alastor pudiera sentir su aliento en la piel. El demonio no retrocedió, pero la intensidad de la cercanía lo hizo estremecerse. Había algo hipnótico en los ojos dorados de Lucifer, una promesa de poder, oscuridad y un placer que superaba cualquier experiencia mundana.

¿Qué te hace pensar que puedes desentrañar mis secretos?- el pelirrojo susurró, sin apartar la vista de los ojos del rubio.- Muchos lo han intentado, y ninguno ha sobrevivido para contarlo.

El Ex- angel levantó una mano y rozó suavemente la mejilla del ciervo, un gesto tan íntimo como posesivo. -Porque soy diferente. Y porque tú lo sientes, aunque te niegues a admitirlo.

Alastor se quedó en silencio, porque en el fondo sabía que había verdad en esas palabras. Había algo en Lucifer que lo atraía de una manera que no lograba comprender del todo. Era como si una parte de él, una parte profunda y enterrada, anhelara lo que  el caído tenía para ofrecer. Pero también sabía que aceptar ese anhelo significaba perderse en algo que podría consumirlo por completo.

Entonces, Alastor.- continuó Lucifer, con la voz más suave pero cargada de intenciones. -¿Estás dispuesto a jugar?, Porque si decides entrar en este juego, no habrá marcha atrás.

Por un momento, el mundo pareció detenerse, como si el destino estuviera aguardando la respuesta de Alastor. El demonio cerró los ojos, tomando una profunda respiración mientras sopesaba sus opciones. Sabía que Lucifer no era un oponente común, y que cualquier error podría ser su perdición. Pero también sabía que el desafío que le proponía era algo que no podía ignorar. Había algo en ese juego, en ese peligro, que lo llamaba.

Finalmente, abrió los ojos y dio un paso hacia el rubio, inclinándose levemente acortando la distancia entre ellos hasta que sus cuerpos casi se rozaron.

Estoy dentro.- dijo con firmeza, su voz cargada de resolución.- Pero no pienses ni por un momento que te lo pondré fácil.

El soberano soltó una risa baja y profunda, llena de satisfacción. - No esperaba menos de ti, Alastor. Que comience el juego, entonces.

El aire alrededor de ellos pareció vibrar, cargado de una energía que anunciaba que nada sería igual después de esa noche. Ambos lo sabían. Lo que había comenzado como un encuentro furtivo en el pantano de lirios ahora se transformaba en algo mucho más grande, un juego de poder, seducción y voluntad, donde solo los más fuertes podrían emerger victoriosos.

Lucifer se retiró, aunque su mirada seguía clavada en Alastor. - Nos veremos pronto, cervatillo.- prometió antes de desaparecer en la oscuridad de los árboles, su presencia se habia desvanecido como un susurro en la noche.

Alastor se quedó solo en el bosque, su corazón aún latiendo con fuerza. Había aceptado el reto, y aunque no sabía qué implicaría estaba preparado para enfrentarlo. Con un último vistazo al lugar donde Lucifer había desaparecido, se dio la vuelta y caminó hacia la oscuridad del bosque, sabiendo que su vida, y tal vez su alma, nunca volverían a ser las mismas.

El Pantano de los Lirios Blancos [Appleradio] AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora