Octubre de lluvias y coronas.

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Octubre de lluvias y coronas.

Nos mudamos hace apenas una semana. Las cajas aún están apiladas en el pasillo. Todos los recuerdos e ilusiones andan revueltos dentro de ella. Mis hijos recorren la casa y se adentran en sus escondrijos, la están haciendo suya sin embargo yo sé que nunca será mía.

El pasado verano sufrimos una terrible inundación. Cuando el nivel del agua bajó, el cadáver de mi marido por fin apareció montado en su Toyota con su traje de ir a trabajar y su maletín flotando por dentro del habitáculo.
Lo encontré yo y no puedo olvidar sus ojos enturbiados fijos en mí. Desde entonces ya nada es igual. Tuve que dejar mi casa y volver a trabajar, no sé si algún día encontraré la felicidad. Todo se ha vuelto oscuro y deprimente, casi no consigo disimular delante de los niños. Ni tan siquiera cuando en medio de su juego de descorrer las cortinas, entra la luz en mi habitación.

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