Dos vasos de leche aguados.

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El desayuno estaba servido en la  desvencijada mesa de la cocina. Sobre un hule pegajoso descansaban tres vasos de leche aguada en los que se había compartido la última cucharadita de cacao, adquiriendo un tono blanco sucio. Tres rebanadas de pan algo duro y ligeramente tostado sobre un único plato. En la fregadera los platos sucios de la noche desaparecían gracias a la pertinaz limpieza de Alicia.
Los mellizos bajaban corriendo las escaleras, sus caritas aún tenían los efectos de la noche, los ojos hinchados y alguna legaña. Alicia fue al tendedero y cogió una toalla con la que limpió sus caritas.
Su extrema delgadez que en algunos casos podría haber sido síntomas de esa terrible plaga de la anorexia pero que sin embargo era producto del hambre.Tres años hacía  que encontrará a su marido muerto en aquella inundación y desde entonces andaban malviviendo. Apenas tenían comida o la poca que entraba era  o bien gracias a Cáritas o bien a la espera paciente en los cubos de basura de los supermercados.Esto cada vez era más difícil pues allí pululaban familias enteras.
Los niños Victor y Lolo iban a un colegio público donde le daban de comer al mediodía, a la noche Alicia engañaba sus estómagos con lo que encontraban.
  Estaba muy preocupada, el otoño se avecinaba, por la noche refrescaba. Hacía dos semanas que vivían sin luz y temblaba de pensar cómo pasaría  el invierno. Los recursos se habían ido acabando y en Cáritas le habían dado las últimas raciones, tendría que renovar todo el papeleo si quería conseguir algo.
A veces le habían ayudado algunos trabajos ocasionales y ahora los necesitaba más que nunca.
Acompañó a sus hijos al colegio y apretando los papeles contra su pecho se dirigió hasta Cáritas. Le llevó dos horas de espera hasta que la atendió Rosario que era la que llevaba su caso. La llamaron  al despacho.
-¿Qué tal va eso Alicia, como están los niños? preguntó Rosario cariñosa.
-Bien Rosario, aunque hace tres días que solo toman el almuerzo y un vaso de leche aguado por las mañanas. Sé que somos muchos y que las cosas están muy mal para todos, pero no puedo dejar que mis niños pasen hambre.Ellos ¿Qué culpa tienen de lo que pasa?.Lo importante es que coman ellos.
-Bueno, no te sofoques vamos a ver lo que podemos hacer, te veo muy delgada ¿Tú comes?
- Lo importante es que coman ellos.
- Pero tú también tienes que comer sino ¿Qué va a ser de ellos?
- A veces tengo un hambre irracional pero cuando los miro entonces les daría mi propia carne.
- ¿Has traído todos los papeles? -Si,creo que están todos.
- Déjame verlos, pues sí están completos Alicia. Ahora puedes esperar quince días hasta la próxima reunión
-¿Quince días?¿ Y de que vivo de mientras? dijo sollozante.
- Toma, te lo doy yo misma, pero no se lo digas a nadie. Dijo Rosario alargando un billete de 50 euros. Yo sé que por lo que estás pasando pero hay que seguir el protocolo con todo.Eres muy valiente, yo no sé qué haría si hubiera mi hijo en la misma situación de los tuyos. Ánimo, Dios nunca cierra todas las puertas.A la salida dile a Antoñito que te dé una bolsa que hemos preparado.Son unas ropillas de abrigo para tus hijos cuántos años tienen ya -preguntó interesada.
- Siete años pero han salido su padre y están muy altos.

- Siete años pero han salido su padre y están muy altos

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