Capitulo 8: El legado del Águila

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Los años pasaron, y George, bajo la atenta tutela de Jonny, fue puliendo sus habilidades hasta convertirse en un tirador formidable. Cada amanecer, Jonny lo despertaba temprano para entrenar, y juntos, pasaban largas horas en los campos, perfeccionando técnicas, probando nuevos movimientos, y fortaleciendo el carácter de George. El joven absorbía cada lección como una esponja, motivado no solo por el deseo de ser el mejor, sino también por el respeto y la admiración que sentía por su maestro.

Al cumplir 18 años, George decidió regresar a la cabaña de Jonny tras un día de entrenamiento intenso. Sin embargo, algo estaba mal. El lugar estaba desierto, y un silencio sepulcral invadía el pueblo. Preocupado, comenzó a explorar, hasta que vio a lo lejos el cementerio. Allí estaban todos, reunidos en torno a una tumba reciente. Un hombre que lo conocía se le acercó y le dio la noticia que jamás hubiera querido escuchar: Jonny había muerto, víctima de un infarto.

El dolor fue indescriptible. George sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Había perdido no solo a su mentor, sino también a la figura paterna que lo había guiado y apoyado durante los años más cruciales de su vida. Pero, en medio de esa tristeza, George comprendió que la mejor manera de honrar la memoria de Jonny era continuar con lo que había aprendido.

Con el corazón pesado, reunió sus cosas y decidió partir hacia el antiguo campamento de Jonny. Allí, en la soledad del desierto, pasó varios años entrenando, reflexionando, y preparándose para el día en que volvería al mundo, listo para demostrar todo lo que había aprendido. En ese aislamiento, George perfeccionó sus habilidades hasta convertirse en un tirador sin igual.

Al cumplir 30 años, George decidió que era momento de poner a prueba todo lo que había aprendido. Se dirigió a un pequeño pueblo conocido por ser frecuentemente asediado por ladrones. Aunque al principio, los habitantes del pueblo no lo tomaban en serio, pues veían en él a un forastero sin fama ni renombre, George no se dejó intimidar. Esperó el momento adecuado, y cuando los ladrones atacaron, demostró por qué lo llamaban "Ojos de Águila". Su precisión, velocidad, y destreza asombraron a todos, y pronto, el nombre de George Eddwarson comenzó a resonar por todo el oeste como el tirador más letal y justo que jamás se había visto.

George pasó horas en el cementerio, sentado frente a la tumba de Jonny, recordando cada momento que habían compartido. Mientras el sol comenzaba a descender en el horizonte, George finalmente se puso de pie, sintiendo el peso de la responsabilidad que Jonny le había dejado. Con una última mirada a la lápida, prometió que honraría la memoria de su mentor y seguiría sus enseñanzas.

Volvió al campamento de Jonny, un lugar que ahora parecía vacío y lleno de recuerdos. Allí, cada rincón le recordaba una lección, un consejo, o una anécdota que Jonny le había contado. George se propuso entrenar con más intensidad que nunca, repitiendo una y otra vez los movimientos que Jonny le había enseñado, perfeccionando su puntería, su velocidad y su concentración.

Durante esos años en solitario, George aprendió a vivir con el dolor de la pérdida, pero también encontró consuelo en el trabajo arduo y la disciplina. La soledad le permitió reflexionar sobre su vida, sus decisiones, y el camino que quería seguir. Se convirtió en un experto no solo en el uso de su revólver, sino en la comprensión de lo que significaba realmente ser un hombre justo en un mundo tan cruel.

A medida que pasaban los años, las historias sobre "Ojos de Águila" comenzaron a circular por los pueblos cercanos. Aunque nadie lo había visto en acción, la leyenda crecía, y con ella, la expectativa de lo que él sería capaz de hacer.

Al cumplir 30 años, George decidió que era hora de poner a prueba todo lo que había aprendido. Llegó a un pequeño pueblo que había sido asediado por bandidos durante meses. La gente estaba cansada, asustada, y habían perdido la esperanza de recibir ayuda. George sabía que no iba a ser fácil, pero tenía que intentarlo. Se acercó al saloon, donde escuchó rumores de que los bandidos volverían esa noche. Cuando entró, todos lo miraron con escepticismo. Nadie lo reconoció, y su aspecto sencillo no inspiraba confianza.

Unas horas más tarde, los bandidos llegaron como de costumbre, exigiendo todo lo que el pueblo tenía. George se levantó de su silla en silencio, caminó hacia la puerta del saloon y se detuvo en el umbral. Los bandidos se burlaron de él, pensando que sería un blanco fácil. Pero George, con una calma que solo años de entrenamiento podían dar, desenvainó su revólver con una velocidad impresionante y, en un abrir y cerrar de ojos, desarmó a los líderes de la banda con disparos precisos y controlados.

La gente del pueblo quedó atónita. Aquellos que antes se burlaban de él ahora lo observaban con respeto y admiración. "Ojos de Águila" había demostrado su valía, no solo por su habilidad con el revólver, sino por la dignidad y el honor con los que defendía a los más vulnerables.

Esa noche, mientras George se sentaba solo en su habitación, mirando la luna llena a través de la ventana, recordó las palabras de Jonny: "Usa tus habilidades para hacer el bien, y nunca te desvíes de ese camino". Supo que había comenzado a cumplir con ese legado, pero que aún le quedaba mucho por hacer. El viaje de "Ojos de Águila" estaba lejos de terminar, y estaba decidido a continuar, llevando con él el espíritu y las enseñanzas de Jonny Mutwing.

El Camino de Ojos de ÁguilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora