Capítulo 4 - Amigos

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Un ruido estridente le despertó, al principio no lo reconoció, se trataba del timbre de su casa y por la insistencia dedujo que sería Luffy. Fingió no oírlo, pero cuando hizo mezcla de aporrear la puerta y con la amenaza de fundir el timbre si hacía falta, se levantó de malas maneras de la cama y salió como un rayo furioso para abrir la puerta por el maldito dolor de cabeza que tenía de haber bebido tanto la noche anterior.

— Cojones, Luffy deja de... — se calló al ver que no se trataba del moreno, sino de Sanji — ¿qué haces aquí?

— Pensaba que estarías en la ducha y por eso no me oías llamar – respondió el rubio algo preocupado ante el aspecto de Zoro – ¿no tendrías que haberte levantado ya? Estás de turno de mañanas.

— Cuando salgo la noche anterior apuro todo lo que puedo en dormir y en comisaría desayuno algo.

— Pues estás de suerte, es temprano y te he traído el desayuno. — enseñó su fiambrera llena hasta arriba — Ve a ducharte mientras lo preparo todo.

— Repito: ¿Qué haces aquí? — Sanji llevaba ropa diferente a la de la noche anterior, unos vaqueros oscuros y una camiseta negra sencilla con las letras "Gentlecook".

— Vengo a explicarme. ¿Me vas a dejar entrar o dejamos que los vecinos se enteren?

Suspiró resignado y se apartó para que el rubio entrase y fuese directo a la cocina a dejar la fiambrera, era la primera vez que estaba allí y pudo localizar fácilmente en el fregador una taza limpia donde vertió el café solo y se lo dio a Zoro.

— Mira, puedo ser muchas cosas: borde, malhablado, descarado y tocahuevos, pero no soy una persona cruel. Quería dejarte claro que si me fui con esa chica no fue para hacerte daño.

— No tienes que explicarme nada, los dos decimos muchas tonterías a veces y sé que no te intereso como novio, no tienes de que preocuparte.

— Aun así, quiero hacerlo. — se apoyó en la barra de la cocina y fue su turno de suspirar — Conozco a esa chica, va a mi centro de reinserción social, hemos coincidido en un par de reuniones de adictos anónimos, está pasando una mala temporada con su familia y cuando la he visto en el bar la estaba vigilando para asegurarme de ver que hacía, cuando se pidió una copa sabía que si no la detenía se arrepentiría. Nos fuimos a una de las reuniones que había en el centro, le acompañé a casa y luego me fui a la mía tras asegurarme de que su padrino iba a ayudarla.

Zoro se quedó callado unos segundos, avergonzado por haber actuado como un celoso idiota cuando no tenía ningún derecho en hacerlo.

— Te portaste bien con ella. — susurró ya más tranquilo al saber que había ocurrido y bebió de su taza, el café estaba caliente y delicioso.

— Tenemos que ayudarnos entre nosotros, es muy difícil sentirse comprendido cuando la gente de tu entorno no ha pasado por esto.

— ... ¿Tú tuviste a alguien?

— No. — respondió tras un largo silencio — No hasta que apareció Zeff. Por eso quiero hacer bien las cosas esta vez.

Por lo visto ese Zeff era alguien más importante de lo que creía, no era un simple jefe como quería hacer creer a todos.

— Gracias por contármelo.

— Eres... — Sanji dudó un momento en seguir hablando— Eres el primer amigo de verdad que tengo en mucho tiempo, así que te jodes y te aguantas. Ya no te vas a librar tan fácilmente de mí y si lo haces, te robaré a tus amigos, Musgo a medio vestir. Menos mal que llevas pantalones, sino a la mierda la explicación y habría saltado sobre ti.

— ¿Quién es el chico tímido ahora? — sonrió ante el evidente intento de cambio de conversación por soltarle tal bomba de que le consideraba su amigo.

Adicto a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora