Capítulo 7 - Mery tenía un corderito

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Desde la fiesta en "Villa Súper" la relación de Sanji con los demás mejoró, las burlas que antes iban todas dirigidas solamente hacia Zoro ahora las repartía también entre los demás, no se salvaba ni uno. Por mucho que le gustase y admirase al músico también le metía caña. Los chicos estaban encantados con el trato y por supuesto no se quedaban callados, a veces soltaban tales burradas en el grupo de Guassap que Nami como administradora les echaba del grupo para que aprendiesen la lección.

Con las chicas se hizo todavía más descarado en soltarles piropos, Nami ponía ojos en blanco, Robin y Kaya reían y daban las gracias para poner celosos a sus maridos sabiendo todos de sobra que los halagos eran genuinos sin intención real de seducirlas (o eso querían pensar).

A quien más mimaba era a Kaya, le faltaba poco para dar a luz y estaba bastante nerviosa. Usopp trabajaba en ciber-seguridad en una gran empresa, su horario era bastante estable pero no volvía hasta mitad de tarde por lo que la madre de Ussop iba a ayudarla con las tareas de la casa para que su nuera descansase. Sanji apareció alguna vez con comida para que no tuviese que preocuparse por comidas ni cenas. Era una gran ayuda.

Zoro por su parte se alegraba mucho de que Sanji ya se considerase un Mugiwara más, aunque antes se llevase bien con ellos, al haberles confiado ese secreto había hecho que estuviesen más unidos y no andase con pies de plomo, de hecho, incluso a veces bromeaba con el tema para que viesen que no pasaba nada. El policía no estaba muy convencido de que eso fuese buena idea, pero si Sanji prefería hacerlo de esa manera, él no era quien para decir nada. Solo se quejaba en su fuero interno de que ahora lo veía menos por tener que repartir su escaso tiempo libre con los demás. Sin embargo, de alguna manera, los lunes ya fuese por la tarde o por la mañana eran solo para ellos.

— De hoy no te libras de ver Forrest Gump, es un clásico y es genial. — le lanzó el DVD nada más abrir la puerta.

— Si es aburrida me dormiré y ya está.

— ¡No te atrevas a hacer eso! Te pisaré los pies con tanta fuerza que los destruiré.

— Desde que apareciste por aquí ha sido la primera vez que he visto a mi vecino de abajo solo para cagarse en mis muertos por tu culpa. — gruñó Zoro mientras dejaba que Sanji deambulase por la cocina a su antojo.

— Tiene ochenta años, está aburrido y necesita quejarse. Solo hago su vida más interesante y salga de casa para joderte.

— ¿Es tu bien social?

— Soy un ciudadano modelo. — se rio y sacó la lengua — Hoy hay hummus con palitos de pepino y zanahoria para picar.

— ¿Por qué me odias tanto?

— No puedes alimentarte a base de palomitas y patatas fritas con cerveza, en serio, no sé cómo tienes ese cuerpo con lo mal que comes.

— Ni siquiera me dejas elegir que comer en el Baratie.

— Comerías siempre pescado y arroz, además, luego siempre te gusta lo que te sirvo. Gruñes por gruñir. — preparó la merienda y la puso en una bandeja para llevarla al comedor.

— Lo aprendí de ti.

— Mientes, ya eras así.

— Yo era un chico dulce e inocente antes de conocerte.

— ¡Esa sí que es buena! — se dejó caer en el sofá y se tapó con la manta que él mismo trajo en una ocasión ya que Zoro no gastaba de eso por ser tan caluroso. Palmeó a su lado para que este se sentase— Ahora a ver la película, más te vale no bufar.

Por supuesto bufó y se ganó el primer pisotón de la tarde.

Zoro no reconocería jamás que le había encantado la película, él era de las de acción y samuráis, pero había algunas de las que traía Sanji que le habían maravillado, menos cuando traía comedias románticas que ahí le daban ganas de pegarse un tiro directamente.

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