situacion: Tu chofer te abandona en una mansión espeluznante que resulta estar embrujada por ocho fantasmas malditos y cachondos. Su misión es complacerte.
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"Señora, creo que tenemos que parar el coche, este tiempo hace que sea muy difícil ver", gritó el conductor por encima del hombro. Afuera llovía más fuerte que nunca y, como era medianoche y la carretera estaba desierta y ventosa, sabías que tenía razón. No era seguro.
—Pero ¿dónde nos detenemos ? —respondiste, intentando mirar por la ventana.
—Creo que me he equivocado de camino —dijo con voz temblorosa—. Pero... creo que he encontrado un lugar donde podemos parar.
Te inclinaste para mirar entre los dos asientos delanteros del coche y distinguiste la silueta de una mansión frente a ti. El conductor detuvo el coche frente a la vivienda. "¿Tocamos a la puerta?", te preguntaste, pero el conductor se bajó del coche y sacó tu maleta.
—Creo que sí. Apenas podía ver el camino —insistió.
Soltaste un gran suspiro y saliste del coche. Por lo que pudiste ver, la mansión era enorme y muy antigua.
Al acercarte a la puerta principal, viste que no había timbre. Solo una gran aldaba de bronce. "Sabes", te volviste hacia tu chófer, que dejó tu maleta a tus pies. "Esto se parece mucho a ese video musical de los Backstreet Boys. El de la mansión embrujada". Agarraste la aldaba en tu mano, tocaste tres veces y esperaste. "Sabes, Backstreets Bac..." Te volviste hacia tu chófer, pero él estaba corriendo de regreso al auto, saltando de nuevo y alejándose. ¡El cabrón!
"¡Oye!" le gritaste, pero ya se había ido.
La gran puerta de entrada se abrió con un chirrido y captó tu atención. Un joven de pelo rubio largo y esponjoso asomó la cabeza por la puerta.
"¡Dios mío!", te lamentaste. "Yo... estaba lloviendo... y... bueno... mi chofer... me acaba de dejar aquí".
El joven te miró con curiosidad. "Pasa y resguardate del frío". Sonrió cálidamente. Inmediatamente te tranquilizó.
—Me llamo Félix —dijo mientras cogía su maleta.
—T/n —respondiste y lo seguiste hasta la mansión. Estaba bastante oscuro, pero podías distinguir que estabas en un gran vestíbulo de entrada, con una gran escalera en el centro.
—Tendrás que pasar la noche aquí —dijo—. Te llevaré a tu habitación.
—¿Pasar la noche aquí? —Te volviste hacia él—. Pero necesito hacer una llamada telefónica para que alguien venga a recogerme.
