Capítulo 15: Un nuevo comienzo (Parte I)

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Era increíble todo lo que podía pasar en una misma semana.

En solo siete días mi vida dio otro giro inesperado y todo había cambiado.

Mi hogar pasó de ser un lugar seguro, a ser el último sitio donde quería estar al final del día. Y por ese motivo regresé de nuevo a mis viejos hábitos, me sumergí tanto en el trabajo que casi estaba llegando al límite de lo insano, y debido a eso olvidé por completo que la reunión de padres era en esa semana.

Ni Miguel ni yo asistimos a la reunión, y nos ganamos una merecida llamada de atención de parte de la directora del centro y de cada una de las maestras de los niños. Y lo peor era que ellos ni si quiera se molestaron en recordarme que debía asistir al centro, porque aún estaban asimilando todo lo que pasó y aceptando el hecho de que sus padres se estaban separando.

Me dolía verlos sufrir y tratar de fingir ser fuertes para que no me preocupara. Ambos se habían vuelto bastante sobreprotectores conmigo desde aquella noche, hasta el punto de ocultarme cómo en verdad se sentían por el tema de su padre. Sin embargo, por más que intentaban ocultarlo, era casi palpable la nube de oscuridad y tristeza que se había posado sobre nuestra casa y se encargaba de absorber toda la buena energía.

Observé el movimiento de las hojas de los árboles que se encontraban en el patio trasero, al mismo tiempo que acariciaba mis brazos para entrar en calor y disipar un poco el frío de la noche. Mi rostro se contrajo cuando sin querer toqué la parte lastimada de mis brazos. Gracias a mi tono de piel los hematomas no se notaban tanto, pero aún era capaz de sentir cierta molestia cuando ejercía fuerza sobre el área.

Me concentré en respirar. Dejé que la tranquilidad de la noche me envolviera y que la brisa fresca alterara mis sentidos. Necesitaba abrigarme, pero me negaba rotundamente a regresar al interior de la casa.

El sonido de la puerta corrediza al abrirse captó mi atención.

—Buenas noches —Jessica se sentó a mi lado en el banco de madera que se encontraba protegido por el cobertizo. Me ofreció una manta, y colocó una botella de vino junto con dos copas en la pequeña mesa en medio de los dos bancos de madera que se encontraban en el lugar.

—¿Qué pasó con tu cita? —Interrogué de inmediato, ya que hace unos días me había contado que planeaba encontrarse esa noche con un hombre que conoció durante su exhibición de arte.

Jessica soltó un resoplido muy poco femenino.

—Resulta que ese idiota tiene pareja —Jessica se acomodó en el banco y apoyó su espalda contra el respaldo—. La cena duró menos de veinte minutos porque su novia llegó y montó toda una escena en medio del restaurante.

—Mierda.

—Eso ni si quiera es lo peor. Lo más horrible de todo esto es que ahora tengo prohibida la entrada a uno de mis restaurantes favoritos, solo porque a ese imbécil se le olvidó comunicarle a su novia que estaban en una supuesta relación abierta.

—¿El que sirve comida italiana?

—Sí.

De inmediato me sentí mal por mi amiga. Ella no se merecía afrontar las consecuencias de los pecados de otros.

Jessica era un alma libre. Y algunos hombres confundían su personalidad burbujeante y sensual con libertinaje. Pensaban que era alguien sin ningún tipo de límite y que estaba dispuesta a apoyarlos cuando cometían sus fechorías. Al final del día, se llevaban una gran sorpresa cuando descubrían que, a pesar de ser una mujer que disfrutaba su vida y sexualidad, mi amiga contaba con grandes valores y que ambas cosas no se relacionaban.

—Bueno, al menos no tuve que pagar la cuenta —Se inclinó hacia adelante y sostuvo la botella de vino—, y gracias a él tenemos un vino muy caro para ahogar nuestras penas —Jessica se encargó de llenar nuestras copas y luego me ofreció una.

Dos Décadas (+25)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora