Capítulo 11: La insoportable costumbre

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Costumbre.

En los últimos cinco días había empezado a odiar esa palabra.

Por culpa de la maldita costumbre era incapaz de dormir, y unas enormes ojeras adornaban mi cara. Había intentado ocultarlas, pero ni si quiera una buena capa de base en conjunto con mi piel morena, eran capaces de esconder los resultados de mis noches de insomnio.

Por culpa de la costumbre continuaba levantándome temprano, a pesar de que ya no debía preocupar por tardar mucho tiempo en el baño y que Miguel llegara tarde a su trabajo por mí.

Solté la almohada que había abrazado durante toda la noche y me levanté resignada. Por más que quisiera intentar dormir hasta más tarde, mi cuerpo siempre protestaba. Deseaba poder dormir más, pero era casi imposible para mí dormir sin compañía después de haber pasado veinte años compartiendo la cama con Miguel todos los días.

Me lavé los dientes y tomé una ducha rápida, tratando de no pensar en la presión en mi pecho. Miguel se había encargado de tomar todas mis primeras veces a lo largo de los años, pero nunca pensé que agregaría a esa enorme lista el romperme el corazón en mil pedazos.

Salí del baño ignorando el dolor que sentía, y me dirigí directamente hacía al closet sin darme cuenta de mis acciones hasta que me encontré sosteniendo unos de sus trajes.

—Dios —murmuré, respirando de manera profunda mientras colocaba el traje de manera brusca de nuevo en su lugar. Conté hasta cien antes de logar calmarme y dejar de pensar en cómo Miguel seguía insistiendo en recuperarme, y se negaba a darme el divorcio.

Seguí con mi rutina sin detenerme a analizar nada de lo que estaba haciendo con el objetivo de no volver a pensar en él.

Rutina.

Esa era otra palabra que deseaba descartar de mi repertorio, pero no podía hacerlo o terminaría en un manicomio, ya que mi lista de rutinas eran las que hacían posible que pudiera andar por la vida en modo automático sin pensar en cómo todo había cambiado. Sin embargo, eso no me impedía guardar cierto rencor por la palabra porque gran parte de las cosas que hacía de manera cotidiana lo incluían a él.

Salí de la habitación una vez me sentí conformé con mi atuendo y mi maquillaje, los cuales traté de que fueran impecables con el objetivo de que me sirvieran como armadura y me ayudarán a enfrentar un nuevo día. Caminé directamente hacia las escaleras sin detenerme en la habitación de los niños porque sabía que los encontraría en la cocina.

Esa era otra de las muchas cosas que habían cambiado desde aquel fatídico día: Mia y Elías se levantaban temprano y casi siempre tenían el desayuno listo cuando me presentaba en la cocina. Me preocupaba que la situación los estuviera afectando, y que tampoco fueran capaces de dormir durante toda la noche.

—Buenos días —dije lo más alegre posible, cuando los encontré en la cocina con el desayuno listo y servido.

—Buen día, mami —respondieron al unísono, apartando la mirada del desayuno que se basaba en pan tostado, huevos revueltos y rollitos de jamón y queso.

—¿Ya prepararon su merienda? —Interrogué mientras tomaba asiento, notando que habían entendido lo que estaba pasando y solo colocaron tres platos. Después de dos días de ausencia, hablaron con su padre cuando se presentó en la casa sin previo aviso, aunque les ocultó el hecho de que nos íbamos a divorciar en contra de mi voluntad. Luego de eso dejaron de colocar su plato en la mesa, estaban esperando que se calmaran las aguas y que solucionáramos nuestra pequeña pelea, como Miguel había llamado a todo el asunto.

—Sí, ya todo está listo —contestó Elías antes de volver a comer.

Los observé en silencio mientras devoraban su desayuno y me di cuenta de que estaba equivocada: no se estaban levantando temprano porque no podían dormir, sino que al parecer estaban tratando de comportarse lo mejor posible para no empeorar la situación. Estaban acostumbrados a ver a sus padres felices y enamorados, era algo nuevo para ellos que nos peleáramos a ese nivel, obviamente no sabían cómo enfrentar ese contratiempo.

Dos Décadas (+25)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora