Parte I

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La princesa Rhaelyn Targaryen, hermana menor de Viserys y Daemon, siempre fue conocida por ser un espíritu libre. No estaba interesada en seguir las estrictas normas de la realeza; su felicidad residía en vivir a su manera, a pesar de la sobreprotección de sus hermanos desde temprana edad.

Viserys, la veía como una hija mas, ya que era menor que Rhaenyra, y solo un poco mayor que Aegon. Debido a esto, Rhaelyn se crio junto a sus sobrinos, como si fuera una mas de ellos, sin marcar un punto de autoridad por su parentesco.

Aunque tenía una buena relación con todos sus sobrinos, era con Aegon, con quien compartía afinidad especial. Rhaelyn era solo una niña cuando Aegon nació, por lo que prácticamente, creció con él. Siempre estaban juntos, hasta que llegó un momento, en el que, debido a las edades y gustos de cada cual, ambos tomaron su propio camino. Pero a pesar de eso, Rhaelyn siempre estuvo presente para apoyar a Aegon, especialmente en los momentos que su madre, Alicent era cruel con él. Aegon siempre llegaba hacia los aposentos de su tía, solo para estar con ella, solo para quedarse ahí.

Esta cercanía entre Rhaelyn y Aegon eventualmente dio lugar a sentimientos más profundos, algo que Rhaelyn intentó evitar debido al amor fraternal que sentía por Aegon y las posibles consecuencias futuras.

Siendo la menor de todos los hermanos, Rhaelyn se sentía libre de responsabilidades con respecto a la realeza. Consciente de que no heredaría el trono ni tendría la obligación de engendrar herederos, su vida se tornaba más sencilla.

Muchos podrían tildarla de liberal, ya que era de las que le huía al compromiso, y no le gustaba ver que un hombre le mandara. Incluso, desobedecía a su hermano Viserys, sin importar que fuera el rey. Ella era de las que se escapaba por las noches y se iba a cualquier lugar a pasarla bien, con quien fuera.

La mayoría de los guardias de la fortaleza roja, la conocían muy bien, era mas que su princesa, era una amiga, a la que muchas veces escoltaban a lugares de dudosa reputación, o simplemente la ayudaban a escapar.

Rhaelyn era todo un personaje, al que nadie podría odiar. Excepto un poco; Alicent, ya que desde muy pequeña, a ella no le gustaba la idea de que Alicent fuera esposa de su hermano, y lo gritó a viva voz. Con esa inocencia de una niña, pero, que siempre estuvo presente ahí, a pesar de los años. Y ahora, sumado a esos roces que siempre tuvieron ambas, estaba esa confianza que había entre Aegon y Rhaelyn. Alicent podía aguantarlo cuando eran mas jóvenes, pero ahora, ahora no lo veía muy bien.
Pero mas allá de eso, era imposible que alguien odiara a Rhaelyn.

Sí, Rhaelyn era feliz a su manera, siendo autentica, huyendo a cada pretendiente que su hermano le conseguía. Y no le importaba que muchos pensaran que ya estaba mayor para casarse, y que a sus 26 años, ningún caballero o noble, querría desposarla.

Pero había algo, algo que nadie sabia y que de algún modo, frenaba esos sentimientos que podrían existir por Aegon. Y era que ella amaba a alguien mas.

Esto podría parecer simple, no importar a grandes rasgos, porque al final de cuentas, Rhaelyn era una mujer libre. El problema radicaba en el quien, y lo que podría ocurrir si los demás se enteraban, principalmente Viserys.

Desde hacía mucho tiempo, llevaba una “relación” con su hermano Daemon. Una relación constante, a pesar de su matrimonio con Laena Velaryon.

Daemon pintó su mundo perfecto desde que empezó a convertirse en una mujer, por lo que su mente, cuerpo y alma, se avocaron a él, siendo al único hombre a quien le brindara pleitesía.

Para los demás, incluyendo a su familia, este vínculo era visto como un amor fraternal común y corriente, ajeno a su verdadera naturaleza. Solo Aegon parecía intuir algo más, sintiendo celos al ver lo feliz y emocionada que estaba Rhaelyn cerca de Daemon.

El primer quiebre se produjo cuando Aegon confesó sus sentimientos a Rhaelyn y fue rechazado, generando un profundo dolor en ambos. A pesar de que Rhaelyn también tenía sentimientos por Aegon, estos no podían compararse con los que sentía por su hermano. El segundo punto crucial llegó con la persistente presión de Viserys para que Rhaelyn contrajera matrimonio, llegando incluso a ofrecer la mano de su hermana a Daemon.

A pesar de sus negativas constantes a contraer matrimonio, tener esta opción, abría un mundo de posibilidades para ella. Aunque, extrañamente, le hizo empezar a cuestionarse sus sentimientos hacia Aegon, quién tomó la noticia bastante mal.

La relación entre Aegon y su tío Daemon nunca fue muy buen, y ahora había que agregar este incidente, que fracturaba un poco más esa relación.
Los celos fueron el plato fuerte el día de la boda de Rhaelyn y Daemon. Presenciar aquel evento, a través de los ojos de Aegon, podría llegar a catalogarse como la más cruel de la ejecuciones servidas al escrutinio público.

Una velada de ensueño, en dónde Viserys a pesar de su enfermedad, pudo llevar a su hermana del brazo. En dónde toda la familia se reunió a disfrutar alegremente. Todos, menos Aegon, claramente. Y esto lo notó Rhaelyn, quién estuvo prácticamente toda la noche al pendiente de él, esperando que no hiciera una locura, porque sabía que era impulsivo.
Aquella noche, aunque sin Rhaelyn saberlo, acabó en desgracia. Ya que Aegon debido a los celos y al alcohol, ocasionó una pelea, en dónde un guardia acabó perdiendo la vida.

A su regreso a la fortaleza roja, Rhaelyn cayó ante la confesión de Aegon, dando un paso que definiría toda su historia; entregarse a la pasión.

Pero, a pesar de esos sentimientos hacia él, a quién amaba era a Daemon, quién ahora era su esposo. Ella tenía claro que Daemon no era precisamente el hombre perfecto, que tenía sus miles de defectos, pero esa todo lo que él se hacía sentir, lo que la mantenía a sus pies, e irónicamente, contrario a lo que podrían pensar los demás; tenían un matrimonio “feliz”.

Con el paso de las lunas, una buena noticia llegó a la pareja; el embarazo de Rhaelyn. Durante la gestión, Daemon fue el hombre más atento y amoroso, claramente con sus deslices, pero siempre poniendo a su princesa en primer lugar.

Pero aunque esta noticia la hacía muy feliz; había algo que mantenía en vilo a Rhaelyn: ¿Su hijo era hijo de Daemon o de Aegon? Sea cual sea la respuesta, no podría saberlo. Y ante el mundo, el pequeño príncipe Daerion, sería hijo de su esposo.

Tras el nacimiento del niño, la paz y el amor reinaron temporalmente. Sin embargo, la muerte de Viserys y la ascensión de Aegon al trono marcaron un giro drástico en los acontecimientos.

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