Parte V

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Envuelta en un profundo dolor, tanto física como emocional,  Rhaelyn había sigo llevada por Daemon, a Harrenhall.

El intenso frío del desbaratado castillo, helaban los huesos de la princesa.

Les costaba mucho el poder caminar e incluso tenía algo de fiebre, debido a todo lo ocurrido. No era algo menor, acababa de tener un bebé, en un parto complicado, bajo circunstancias intensas, y ahora, estaba ahí.


¿Este sería su destino? Tal vez los dioses le estaban haciendo pagar por todos esos errores que en su temprana juventud cometió. Tal vez le estaban dando un bofetón de realidad, por aquella obsesión que siempre tuvo con su hermano, demostrándole que esos grises en él, que trataba de ignorar, no eran más que un negro oscuro.


La fría brisa hacia ecos de murmullos e incluso quejidos Inentendibles. Tal vez nada de eso era real, solo parte del la imaginación o simplemente eso, efectos de la brisa. Pero la fama de embrujado que tenía aquel castillo, solo hacia que esos “murmullos” fueran más fuertes en la cabeza de Rhaelyn.


Encerrada en una habitación que no tenía más que una vieja cama con alguna sábana, Rhaelyn no paró de llorar en lo que restaba de noche. Era un llanto desgarrador, directo de lo más profundo de su alma. Era un llanto por sus hijos; el pequeño Daerion y su pequeña recién nacida que no pudo siquiera tomar en sus brazos.

¿Cuál sería el nombre que tendría la pequeña? ¿Sería prudente que ella en su corazón le diera un nombre? Sería extraño de pronto acostumbrarse a un nombre y de pronto, cuando vuelva a verla, darse cuenta que tiene otro.

¿Volverla a ver? ¿Realmente volvería a verla? ¿Volvería a ver a sus hijo? El pensar en que esto podría no ocurrir, rompía su corazón.


Daemon tenía muy clara su intención, no dejar ir a Rhaelyn bajo ninguna circunstancia, mantenerla a su lado costara lo que constara.

Ella, había pisoteado su honor al escapar de su lado hacia varias lunas, al hacerle creer que Daerion era su hijo, y al irse corriendo con Aegon. Esa humillación no la iba a perdonar.


Podía ser que ya no sintiera por ella lo mismo que hacía varios años, ya no la veía como su pequeña, como el objeto de sus más grandes deseos. Pero, no iba a dejarla ir, porque era suya, y tenía muy claro, que lo sería para siempre.

Su amenaza hacia ella, era clara; debía hacer todo lo que él le exigiera, debía estar siempre a su disposición, sin importar qué. O si no, las consecuencias las sufrirían sus hijos.

Claro estabas, los niños estaban en King’s Landing, pero Rhaelyn sabía que para Daemon era más que sencillo entrar a la fortaleza roja y hacer lo que le diera la gana. Y que no le temblaría el pulso para derramar su ira sobre quien sea, incluso sobre pequeños inocentes.


Aquellos primeros días de cautiverio, sin que ella lo supiera, fueron los más tranquilos.

Esos días se resumían en recibir a Daemon cada mañana con el desayuno, mientras él se quedaba con ella, toqueteándola íntimamente. Algo que se repetía en la noche.


Se decía que Harrenhall estaba maldita, embrujada… pero la verdadera pesadilla no era causada por espectros, fantasma ni nada parecido. Era causada por un hombre de carne y hueso, y más vivo que ella misma.

Y es que, con el paso del tiempo, aquellas “visitas” de Daemon se volvieron más intrusivas, más agresivas. Parecía que él ya no la veía como una persona, simplemente la trataba como un animal.
Solo le llevaba de comer dos veces al día. Algunos días, solo una vez. Pero él; estaba ahí, cada día, la menos tres veces a lo largo del mismo, ejerciendo su “derecho” como el esposo de Rhaelyn.

Cada día ella se sentía ultrajada, maniatada, violentada. Y no importaba cuánto suplicara, cuánto llorara o implorara. Estaba completamente bajo su dominio.


Con el paso de los días, se fue convirtiendo en una especie de Zombie, a la que le importaba poco lo que ocurriera consigo misma, ya no sentía nada.

Lo único que la mantenía cuerda, era la esperanza de algún día, poder ver a sus hijos de vuelta, no había una noche, en la que no llorara por ellos. No había un solo día, en el que no pensara en ellos.


Aquella fatídica noche en la que Daemon tomó a Rhaelyn, y que Aegon que llegó tarde, él hizo una promesa a sus hijos, pero principalmente a la pequeña criatura recién nacida, que no llegó a sentir el calor de su madre. Prometió hacer todo lo que estuviese en sus manos, y tal vez más, por conseguir a Rhaelyn y llevarla con ellos.

Tal vez, intentaba hacer las cosas, en primera instancia, por las buenas, pero, sabía que esto tarde o temprano, escalaria a otras dimensiones.





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⏰ Última actualización: Sep 28 ⏰

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