Corto 2: Arg x Bra x Uru

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En la casa de Argentina, Brasil estaba intentando preparar un mate. No era algo en lo que destacara, pero había decidido intentarlo mientras esperaba a su amigo. La cocina, moderna y espaciosa, tenía una gran isla en el centro y una puerta de vidrio que daba al patio, donde el sol se reflejaba en las hojas de las plantas. El aire acondicionado estaba encendido, aliviando el calor que solía hacer en esa época del año, pero Brasil sentía más presión por el desafío de cebar un mate decente que por el calor.

Con los codos apoyados en la isla, Brasil miraba el agua calentar, tratando de recordar el orden exacto de los pasos. Tenía el termo en una mano y la yerba en la otra, como si estuviera a punto de realizar un ritual sagrado. La última vez que había intentado preparar mate, Argentina había fruncido el ceño y había dicho algo sobre que "no todos nacen sabiendo". Brasil respiró hondo, decidida a hacer bien las cosas esta vez.

De repente, la paz de la cocina fue interrumpida por una tormenta de palabras cuando Argentina y Uruguay entraron enfrascados en una discusión acalorada, como de costumbre.

—¡Aceptalo, vos sos mi provincia rebelde!— exclamó Argentina, con un dedo acusador apuntando hacia Uruguay. Su tono era de burla, pero había una chispa de orgullo en su voz que Uruguay siempre encontraba irritante.

—¡Eso es mentira y vos lo sabés!— replicó Uruguay, hinchando el pecho como un gallo a punto de pelear. Sus ojos destellaban, listos para devolver la puñalada.

—¿Te creés muy machito, verdad?— Argentina sonrió, esa mezcla de arrogancia y picardía que lo caracterizaba, mientras Uruguay fruncía el ceño, claramente ofendido.

Brasil levantó la vista de su torpe intento de cebar mate, observando a los dos hombres como si fueran dos niños en el patio de recreo, peleando por el juguete más viejo y desgastado.

—¿Qué pelean tanto?— preguntó Brasil, entre curiosa y resignada, girándose para verlos mejor.

Ambos se quedaron en silencio por un segundo, sorprendidos de no haberla notado antes.

—Ah— fue lo único que lograron articular al unísono, como si se hubieran dado cuenta de que estaban haciendo una escena.

—¿De nuevo con lo de las provincias rebeldes?— Brasil suspiró, cruzándose de brazos. Podía adivinar fácilmente por dónde iba la discusión. No era la primera vez que presenciaba este tipo de peleas entre sus amigos del sur.

—¡Pero es que es la verdad!— insistió Argentina, volviendo a encarar a Uruguay con la intensidad de un abogado en un juicio histórico —Siempre te estás rebelando contra mí, como si fueras algo más que mi pequeña provincia caprichosa—

—¡Vos no sabés nada!— Uruguay se defendió con vehemencia —¡Soy un país independiente y orgulloso, no tu provincia!—

—¡Eso mismo decían cuando eras parte del Virreinato del Río de la Plata!— Argentina se burló, haciendo un gesto dramático con la mano, como si recitara una vieja obra de teatro en la que ambos habían interpretado papeles protagónicos.

Brasil, que ya había abandonado toda esperanza de preparar un buen mate, se acercó con una sonrisa juguetona en los labios. Ella también tenía una historia en común con Uruguay, y no pensaba quedarse fuera de la discusión.

—Hablando de provincias rebeldes— dijo Brasil, poniendo énfasis en cada palabra como si estuviera saboreando la provocación —¿No sería más correcto decir que Uruguay es mi provincia rebelde?—

Argentina se detuvo en seco, y Uruguay levantó una ceja con interés, esperando ver cómo se desarrollaba esta nueva línea en la discusión.

—¿Tu provincia rebelde?— Argentina preguntó lentamente, pronunciando cada palabra con una mezcla de incredulidad y fastidio. La mención de los viejos tiempos del Imperio siempre lograba molestarle.

¡Cortos de países con patas y más!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora