La familia Kim era una familia típica. Jihyo se había casado con Seojun al finalizar el instituto, él había encontrado un trabajo de vendedor inmobiliario y con su gran habilidad muy pronto pasó de un pequeño puesto en una empresa minúscula a un negocio próspero y propio.
Jihyo era un ama de casa dedicada a su familia que en ocasiones escribía novelas románticas que nunca llegaban a publicarse. Tenía tres hijos de los que siempre, o casi siempre, se sentía orgullosa.
Heeseung, con once años, era el mayor de los diablillos: un diablillo de ojos oscuros, al que en todo momento seguía su nervioso y escandaloso hermano Jake, una copia igual a aquél pero con unos años menos.
La joya de esta familia era, sin duda alguna, Sunoo, un adorable niño de rizos castaños que brillaban en rubio, sereno y calmado, al que nada podía afectar. Este chiquillo siempre era educado y amable, y parecía que nunca, jamás, sería capaz de ser desagradable con nadie... o eso era lo que creían todos.
La guerra entre Kim Sunoo y Park Sunghoon comenzó una tranquila tarde de verano.
El camión de la mudanza llamó mucho la atención por su aspecto destartalado y su tubo de escape, que exhalaba un extraño y denso humo negro que lo ensuciaba todo a su paso.
Jia bajó rápidamente del porche donde había estado esperando para recibir a su hija Nayeon y a su revoltoso nieto Sunghoon, un niño encantador de diez años, con el pelo negro como el tizón y unos preciosos ojos castaños que serían capaces de derretir a las mujeres en cuanto éste creciera, ya que eran los mismos que los de su abuelo Terry, que en paz descansara, quien había sido hasta el día de su muerte un gran conquistador.
Madre e hijo salieron de un escacharrado coche de segunda mano con sus pesadas maletas.
Definitivamente ésa era la última vez que su yerno, pegaba a su hija, pensaba Jia. Nayeon por fin se había decidido a abandonar al bruto de su marido, por lo que ella y su hijo, desde ese momento y para siempre, vivirían bajo su protección, y nadie en ese pueblo osaría decir nada en contra de los suyos o se las tendría que ver con Wi Jia.
En el momento en el que las maletas fueron colocadas en su lugar, las miradas entre las mujeres se cruzaron y silenciosamente decidieron deshacerse de la presencia de Sunghoon para poder hablar de cuestiones más serias, así que la señora Wi pidió a su nieto que buscara a su amado gato Botitas, un viejo minino blanco de pezuñas negras, en el jardín trasero de su amable vecina.
Sunghoon entró con decisión en el jardín. Estaba harto de la carretera, de las peleas de sus padres, de tener que salir corriendo de un lugar a otro... Estaba tan habituado a dejarlo todo que, cuando por fin su madre le había comunicado que vivirían con su abuela, él aún no había terminado de creérselo.
Temía dejar sola a su madre, por si su padre volvía a aparecer, pero esta vez parecía que todo iba a salir bien y, si nadie lo impedía, él nunca se marcharía de ese lugar.
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Mi Perfecto Sapo Azul ▒ SungSun
RomansaKim Sunoo y Park Sunghoon se declararon la guerra desde pequeños. En cuanto se conocieron se convirtieron en acérrimos enemigos, pues Sunoo es «Don Perfecto» y Sunghoon un niño un tanto salvaje. Pero ¿qué ocurre cuando los niños crecen y Sunghoon se...