Capítulo IV

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CASSIE.

Cuando termine el resto de mis clases, salí a toda prisa hacia el estacionamiento porque pronto oscurecerá y odiaba manejar de noche, se me hacía algo peligroso, además mi padre se preocupaba por mí y no quería que me quitara la moto, hasta que tuviera los suficientes ahorros para un auto.

Estaba por ponerme mi casco, cuando un auto pasó abruptamente a lado mío, haciéndome tambalear y casi caerme de no ser porque me sostenía de la parte de atrás de mi moto. Gire mi rostro molesta en dirección al auto y me percate de lo familiar que se veía. Era el auto de Caleb, el color rojo brillante, marca de Dawes y que era eléctrico. No iba a mentir, era un vehículo fascinante, podría distinguirse a kilómetros y decía lujo a toda voz.

Sin pensarlo, dejé el casco de nuevo en la moto y comencé a acercarme a su auto, para poder reclamarle su falta de atención al camino y reprocharle el porqué estaba aquí. Comenzaba a creer que me estaba acosando de cierta forma y no pensaba quedarme callada esta vez. No importa qué explicación pensaba darme, iba a hablar con mi madre porque ya no me estaba pareciendo lo que este sujeto traía en manos.

Toqué su ventana con la suficiente fuerza, que hasta me dolió el puño y me arrepentí por la brusquedad que utilice para hacerlo. Después de unos segundos un sonriente Caleb se hizo presente ante mis ojos y recargo su brazo sobre el descanso del asiento.

—Howell—saludo con su voz ronca que me ponía a temblar las piernas sin darme tiempo de reaccionar.

—¿Qué haces aquí? —dije directo al grano.

Caleb ladeo la cabeza con media sonrisa y me miró como si acabara de decir algo sumamente divertido.

—¿No puedo estar aquí?

—Que yo sepa no estudias ninguna carrera, no haces conferencias aquí, no tienes algún convenio de ningún tipo con la universidad. Cualquiera pensaría que me estás acosando— me crucé de brazos y Caleb soltó una carcajada, haciéndome poner los ojos en blanco exasperada.

—¿Yo acosarte a ti? No me hagas reír—dijo entre risas con un tono fanfarrón típico de él.

—Entonces dime qué haces aquí, porque no encuentro otra explicación.

Caleb abrió la boca para responder, pero fue interrumpido por la puerta del copiloto que estaba siendo abierta por una chica de cabello azabache, tez pálida, pero sonrojada de las mejillas y con unos ojos grises muy llamativos que nos miraba con el ceño fruncido, una vez que estuvo dentro del auto.

—¿Qué está pasando aquí? —dijo la chica con un tono serio, pero su voz era suave y dulce.

—Emille, te presento a Cassandra Howell, una mujer llena de cualidades y talentos, pero le falta mejorar sus penosos insultos—me presento Caleb a la chica que ahora sabía que se llamaba Emille y lo miré sorprendida ante tal espantosa presentación.

—También haría una presentación sobre ti, pero parece que ya se conocen y por última vez, es Cassie.

—¿Acaso están saliendo? —nos señaló entrecerrando los ojos y ambos negamos con la cabeza asqueados.

—Por supuesto que no, es el novio de mi madre—respondí rápidamente y Emille formó una "o" con los labios sorprendida.

—Vaya, no pensé que saldrías con tu secretaria.

Caleb le dedicó una mirada de advertencia a Emille y ella solo se encogió de hombros.

—¿Cómo que secretaria? —dije extrañada porque mi madre trabajaba en una empresa de seguros hasta donde yo sé, y era imposible que trabajara para Dawes.

Colapsados (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora