Capítulo I

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CASSIE.

Me estaba preparando para ir a la escuela como de costumbre todas las mañanas, mi rutina no era diferente a las demás. Una vez que me puse algo cómodo y me lave los dientes, baje a toda prisa a la cocina por algo de comer antes de irme.

Cuando llegue a la cocina, mi madre ya se encontraba preparando alguna cosa rara en la estufa. Se sabía que mi madre no era talentosa en el arte culinario. Sin embargo, lo había tomado como un pasatiempo después de su última relación fallida.

Había perdido la cuenta de cuantas relaciones fallidas había tenido mi madre. Al menos diez desde que mi padre la dejó cuando apenas yo tenía seis años.

Mi padre había empezado una relación con una mujer más joven que él, se llevaban siete años y ahora tenían tres hijos: los mellizos Lana y Lucas de trece años y la más pequeña Lucy de seis.

A pesar de que dejo a mamá, siempre he tenido una buena relación con ellos y papá nunca dejo de buscarme y estar presente en mi vida.

No tenía traumas, ni nada que se le parezca, lo único es que veía como siempre venía un hombre nuevo a vivir con nosotras. Al principio fue difícil, incluso mi padre pensaba seriamente en que me fuera a vivir con él, porque decía que no era el ambiente correcto para una niña. Yo me negué, sabía que mi madre me necesitaría cuando terminara con sus relaciones. Siempre se deprimía y se la pasaba acostada en su habitación y yo me encargaba de que se distrajera y siguiera adelante.

Sé que suena raro que desde niña yo tenía que hacer que mi madre se levantara de su depresión, sin embargo ella no tenía a nadie más, solo me tenía a mí. Y hablando con sinceridad, mi madre se comportaba como una adolescente que necesitaba que alguien la motivara a seguir adelante y darle " la charla "sobre que se volvería a enamorar y que había más hombres en el mundo. A veces se sentía que yo era la madre y ella la hija.

—Buenos días, mamá—la salude mientras me dirigía al refrigerador por un poco de fruta. Odiaba desayunar tan temprano, mi estomago a esta hora seguía dormido, pero tenía que obligarlo a comer algo porque entre clase y clase no creo que alcanzara a comer algo.

—Buenos días, cariño—se giró para saludarme y me reprocho con la mirada al ver que había sacado unas fresas y un simple yogurt —Dime que no vas a desayunar eso—señaló asqueada los alimentos que tenia en las manos

Cerré el refri y volví mi mirada hacía ella —No quiero desayunar demasiado y no tengo tanta hambre—respondí asqueada.

Mi madre hizo un puchero y negó con la cabeza— Tienes que desayunar mejor, el desayuno es la parte más importante del día.

—Te prometo que comeré en la escuela y regresaré para probar tu nuevo experimento—señalé el horno, que seguramente tendría algún postre que copió de alguna receta de Pinterest.

Un brillo en sus ojos se hizo presente y dio pequeños aplausos de felicidad. Ella sabía que no me gustaba mucho comer en casa y por eso ella comía en su oficina a pesar de que tenía horas libres. No le gustaba comer sola y en general, odiaba estar sola.

Desde que entre a la universidad todo se había vuelto más complicado para vernos y por eso a veces me tomaba el tiempo de venir a casa y comer con ella para que no estuviera sola.

—Genial, prepararé algún estofado y de postre comeremos este pan que vi en una receta de Pinterest—dijo emocionada. Había adivinado de donde se le habría ocurrido la idea de hornear, igual no era la primera vez que se copiaba de la aplicación.

Lo que mi madre no sabía, es que su fuerte no eran los postres desde que comenzó a prepararlos. Me limité a solo sonreír y asentí con cierta preocupación, que por supuesto disimule y le di una probada a mi yogurt.

Colapsados (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora