8- Cinco minutos

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No pudo dormir toda la noche. Había visto algo hermoso. No lo negaba, era precioso y sólo pensar en adentrarse y tocar las espigas, en sentir el viento en en el rostro. Realmente, no solo soñando.
Sin miedo o preocupacion porque la maldita ubicación no funcionara y ligo le reclamaran.  Si tener que estar revisando su celular porque si le escribirían.

En su casa no había puertas, era raro.
Con una idea en mente llegó al trabajo dias después y cuando estivo sola la puso en práctica.
Cronometrando dos relojes, uno lo dejaría fuera, el otro su reloj de pulsera pues iba con ella en su muñeca. Aparte del celular, que llevaría consigo para tomar fotos y no pensar despues de fue un sueño.

Un rato antes de poner en practica llegó un hombre, quemado por el sol y que hablaba hasta por los codos. Parecía tener diarrea verbal.
Pero era rico. El malnacido era rico, pertenecia al club libanes, no solo pertenecía, era hijo del dueño fundador del club libanes. Y la invitó a ir a su fiesta del dia siguiente, sabado.
Aceptó por idiota. Aunque le emocionaba ir, conocer un lugar nuevo, además que mencione, ese Juan Carlos era milloneta...tenia miedo de ir. Tenia miedo porque se sentiría culpable, pensaría que los que esperaban en casa se sentirían abandonados, que prefería salir a estar en la casa, que no debía vivir.
Así que tenia miedo y culpa; lo unico bueno era que era temprano y acababa a las 8, claro que ella se quitaría antes de ahí.
El hombre, de piel bronceada, cabello negro, sin un vello en pecho, porque usaba camisas algo abiertas, era agradable pero intenso. Y no dejaba hablar..no escuchaba tampoco.
Esta bien. Iría por la comida nada más.

Y sí. Los dias pasaron normales hasta que se le ocurrió preguntar a su prima por su madrastra y media hermana.
Y le dijo su prima que estaban bien físicamente, pero que emocionalmente estaban muy tristes porque no estaba  Ela con ellas. No voy a contar las razones de su separación.
Es ridículo. Es molesto.

Hablaron un rato por mensaje. Pero por un momento Ela deseo no haber preguntado.
Porque despues le llegó un mensaje de su madrastra. No era un disculpa. Era una explicación. Eso no le interesaba.

La casa se quedó en silencio después de que se cerro la app y borró los mensajes. No podia responder, podría decir algo hiriente. 
La joven se sintió como si le hubieran quitado el aire de los pulmones, dejándola sin aliento y sin rumbo. La frustración y la ira la consumían, sintiendo que la habían abandonado y dejado sola para cuidar a su padre enfermo.

La opción había sido clara: cuidar a su padre o meterlo en un hospital psiquiátrico, como si fuera un animal enfermo. La joven había elegido lo primero, pero ahora se sentía atrapada y sin salida.

La sensación de defraudación era abrumadora. Su madrastra y media hermana le habían hecho creer que iban a volver, que todo estaba bien. Pero ahora se daba cuenta de que habían sido hipócritas, que solo habían estado jugando con sus sentimientos.

Recordaba los planes que había hecho con su media hermana, las salidas y paseos que habían planeado. Pero todo había sido una mentira, una farsa. La joven se sintió estafada, como si le hubieran robado su inocencia.

Y para colmo, había gastado dinero comprando ropa y otras cosas para su madrastra, sin saber que no iban a volver. Todo había sido en vano, un desperdicio de tiempo y dinero.

La joven se sentó en el junto a la puerta del baño, sin que hubiera nadie mas en el local.
Rodeada de silencio. Se sentía sola y abandonada, como si el mundo se hubiera vuelto contra ella. Pero sabía que no podía derrumbarse, que tenía que ser fuerte para cuidar a su padre y para seguir adelante. Aunque el dolor y la rabia la consumían, sabía que tenía que encontrar una manera de seguir adelante, aunque no superara lo anterior.

                               💧

Sábado a la una con cincuenta y ocho minutos. A punto de cerrar la cafetería.
Miró hacia afuera concentrada, pulsó el cronómetro que dejó sobre la mesita, tomo aire con fuerza e introduciendo la llave en la puerta del baño, la hizo la girar.
Abrió la puerta del otro lado y entró cerrando detrás suyo con los ojos cerrados.
Ya sabia que estaba e otro sitio.

El aire era fresco, aroma a lavanda y hierba, el sonido el aire deslizándose en la espigas. La luz de un atardecer se filtraba en sus párpados cerrados.
Abrió los ojos  conteniendo la respiracion para ver de nuevo el lugar.
Espigas moradas, rosadas y azules que se movian con el viento.
Un cielo tan azul que era cruzado por nubecillas blancas y el sol brillante casi llegando al horizonte.
No despegó la mano de la puerta, pero se dejo caer en el suelo mirando y tratando de absorber con los ojs cada color, cada flor, cada destello de luz y de belleza.

"Si pierdes de vista la puerta por la que entraste, cualquier otra puerta que encuentres te llevará de regreso a tu realidad, en el mismo sitio donde entraste. Y de la misma forma cualquier puerta te traerá aquí de vuelta...aunque aquí, no siempre será la misma ubicacion.."

Escuchó que decia la voz a su lado en tono tranquilo.

-¿Sol dijo eso?  No lo recuerdo.- murmuró ella aun respirando con cierta agitación.

"Debió de haberlo dicho.." replico la voz pero ella se giro hacia el, como si realmente estuviera ahí.

Un gesto de recelo cruzo su frente, ¿acababa de notar un titubeo de nervios en la voz?
Miró el reloj.
Cinco minutos habia pasado.
Se puso de pie y abrió la puerta para salir de ahí, con movimientos lentos, dio un paso afuera y cerró.
Guardo la llave en el bolsillo del pantalón y miro la hora en el cronómetro que habia dejado fuera.

1:58 pm

Era verdad... el tiempo parecía haberse detenido. Ela no sabía si reír con histeria, bailar al ritmo de una canción o llorar desconsoladamente. Pero ya era hora de cerrar la tienda y marcharse.

"¿Aceptarás?", preguntó la voz. "Sol dijo que te daría algunas misiones para cumplir".

Ela guardó silencio.

¿Funcionaría la llave en la puerta semi destrozada de la bodega de su casa? ¿O tal vez en el antiguo ropero de su habitación, como en las historias de Narnia? Las posibilidades eran infinitas y su mente bullía con ellas.

De la mano hacia el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora