Capítulo 6 La elección del peligro

45 5 0
                                    

Al amanecer del segundo día, Naruto ya estaba despierto. No había dormido mucho la noche anterior tras su encuentro con la chica de su trampa. Las condiciones de su cueva no eran las ideales y, aunque probablemente eran mejores que las de la mayoría de sus compañeros tributos, la cueva de Naruto era cualquier cosa menos cómoda. Al menos, estaba seca.

Tras comprobar sus trampas y el perímetro que rodeaba su escondite, Naruto decidió salir a buscar provisiones. Tenía suficiente comida almacenada para aguantar algún tiempo, en caso de que se encerrara en su cueva. Sin embargo, siempre era preferible tener más provisiones que menos.

Mientras atravesaba el bosque, el adolescente contempló el paisaje. La arena era un hermoso pedazo de tierra. Resultaba sorprendente que la Capital dispusiera de la tecnología y los recursos para crear una enorme zona de naturaleza completamente controlada, pero optara por utilizarla para hacer arenas en las que los adolescentes se mataran unos a otros. Sin embargo, no era algo nuevo para él, que había vivido toda su vida bajo el yugo de la Capital.

Buscar comida era un proceso relativamente sencillo, sobre todo para alguien con los conocimientos necesarios para distinguir entre alimentos comestibles y venenosos. El bosque rebosaba de bayas, setas, ardillas y pájaros, y su verde abundancia rivalizaba con la de los bosques del Distrito Doce. Incluso había indicios de caza mayor, desde conejos hasta ciervos.

Consideró la posibilidad de rastrear al ciervo, pero decidió no hacerlo. Aunque localizara al animal, lo cual no era una habilidad que poseyera del mismo modo que, por ejemplo, la fabricación de trampas, aún tendría que considerar la cuestión de cómo utilizaría la comida. Aunque se ocultara en su escondrijo, dudaba que pudiera consumir siquiera la mitad de la bestia antes de que se echara a perder. Por lo tanto, necesitaba encontrar una forma de alargar el tiempo en que sería comestible. No estaba previsto que los Creadores del Juego le permitieran permanecer oculto y no les brindaran la oportunidad de enfrentarse a otro tributo de forma épica y periódica. Consideró la posibilidad de que un terremoto esporádico derrumbara su cueva y le quitara la comida, obligándole a luchar por más. Otra posibilidad era que una tormenta lo inundara. En cualquier caso, era consciente de que los Guardianes del Juego tenían el control absoluto y que desafiarlos sería imprudente. Ir contra los Guardianes del Juego era arriesgarse a sufrir graves consecuencias. Sin embargo, pensó que suicidarse sería una solución más sencilla.

Tras pasar aproximadamente dos o tres horas dedicado a las actividades de búsqueda de comida, Naruto inició el viaje de regreso a su cueva. Tuvo cuidado de no seguir ninguna ruta directa y de no dejar ninguna prueba de su presencia que pudiera ser rastreada hasta él.

Mientras intentaba ofuscar su propio rastro, descubrió otro, más pequeño, perteneciente a un individuo presumiblemente más joven y de menor estatura. Este individuo había sufrido heridas importantes, y era probable que no sobreviviera a la terrible experiencia.

Se debatía entre dos opciones. Por un lado, podría ser una oportunidad para recoger suministros adicionales, suponiendo que el individuo hubiera conseguido objetos del Baño de Sangre del día anterior. Sin embargo, también significaba que probablemente ofrecerían poca resistencia si seguían vivos. No obstante, esperaba que no lo estuvieran.

El problema era que podía estar malinterpretando las señales. La sangre podría no ser suya. Podía proceder de un trofeo o de suministros extraídos del cadáver de su último oponente. Además, cuanto más tiempo pasara fuera de su cueva, mayor sería la probabilidad de una incursión no anunciada en su pequeño campamento. Incluso con las trampas, ningún lugar era inexpugnable.

Cerró los ojos un momento para concentrarse en el asunto que tenía entre manos y se sorprendió un poco de su decisión cuando volvió a abrirlos. Era arriesgado por naturaleza, pero incluso a él le parecía una apuesta innecesaria. Sin embargo, con ese simple pensamiento, supo que su decisión estaba tomada. A la larga, la decisión imprudente sería no investigar al menos. No sería rentable perderse herramientas o suministros que podrían salvar vidas por tener demasiado miedo incluso a comprobarlo.

Naruto - Los Juegos del Hambre: La Chispa de la RevoluciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora