Capítulo 4: Confusiones.

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Había pasado absolutamente toda la noche del viernes entre lágrimas y berridos ahogados en la almohada, sola y amargada en aquella habitación. Quería irse de ahí, meterse en una cueva y nunca volver a salir. Su teléfono había sonado con mil mensajes y el triple de notificaciones, mensajes de sus amigos, su hermana y algunos fans dándole apoyo y preguntando si estaba todo bien, notificaciones de todas y cada una de las cuentas qué ella tenía en redes sociales, juzgando, maldiciendo, acusando, odiandola a ella, cuando todo lo que había hecho era decir la verdad. 'Una relación del pasado'. Sí, claro... Sus ovarios. Si hubiera existido esa "relación", no habría estado a punto de joderla en su camerino tan solo cinco minutos antes. Y eso no era todo, la muy maldita le había dicho que la quería, que quería que lo hicieran público. Sí, tal vez no había sido el mejor momento para hablar del tema, pero la mierda, ella había preguntado dos veces prácticamente y la maldita hija de perra le había dicho que sí. Claro, después había venido como perro, con la cola entre las patas a querer arreglar con ella, pero ni siquiera pudo verla a los ojos sin arrancarle cada cabello de su estúpida cabeza. Había estado tan ahogada en ira, qué ni siquiera se había despedido de Pablo, ni de Emmanuel, ni de Sian. Muchísimo menos le había dicho a ella que se iba. Había tomado todo lo suyo, incluyendo su herido corazón, y se había marchado sin más. Durante la noche Bárbara le llenó el buzón de mensajes que ella no dio ni seña de querer leer, notas de voz que no le interesaba escuchar, mil llamadas perdidas qué la hacían desear poner sus manos en el cuello de la maldita y estrangular la hasta que le dijera la razón por la que la había humillado a nivel nacional. Sabía que si solo hubiera herido su corazón, habría dado pie a una segunda oportunidad, porque tenía problemas psicológicos y la falta de amor en su vida había resultado en todos y cada uno de ellos. Pero no, la idiota tenía que herirle también el ego, y ahora enfrentaba las consecuencias. Eran aproximadamente las 2:00am y la madera de su puerta sonó con torpes toques, uno tras otro, sin cansancio. Extrañada, aunque curiosa, se levantó de la cama en la que llevaba horas tumbada entre saladas gotas de sentimientos qué bajaban por su rostro. Se acercó lentamente a la puerta, mientras los golpes en ella seguían presentes, de forma incesante e insistente. Finalmente, cuando su ojo se puso en posición a la mirilla, observó el rostro de Islas, intentando observar hacia el otro lado, donde ella se encontraba.

—Lárgate. — le espetó de inmediato.

—Por favor. — comenzó después de un suspiro largo y con cansancio. —Sólo quiero hablar.

—Y ya te dije que yo no. — dijo tajante, sin ganas de cambiar de opinión. —¿Como te dejaron entrar hasta aquí? — preguntó confundida, se suponía que después de la entrevista, tanto conductores como invitados debían abandonar el hotel, y tenían estrictamente prohibido visitar a los participantes del reality.

—Me escondí en la cocina con ayuda de un camarero, le di algo de dinero y me ayudó a subir en un carrito para servicio a la habitación. — confesó. —Te das cuenta, ¿cierto? Viajé en un estúpido carrito de la mitad de mi altura, solo por ti, Gala.

—Sí, y me negaste en televisión nacional, y también en una transmisión de tik tok, Instagram y toda red social habida y por haber. — replicó, sin dejarse chantajear.

—Sólo escúchame dos minutos. Te lo ruego. — suplicó. La puerta se abrió completamente, mostrando el desastre que en ese momento era Gala Montes.

—Te queda uno con cincuenta y seis segundos. — avisó. Bárbara intentó acercarse. —Tus huevos, te quedas a un metro de distancia, mínimo. — la mayor asintió, no queriendo molestarla más.

—No supe como reaccionar, no tenía idea de que querías decirlo tan pronto. — intentó excusarse.

—Te dije que no me gustaba perder mi tiempo.

High Tide (Garime) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora