Un Forastero VI

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La tranquilidad del bosque volvió cuando termine de matar a otro pequeño enjambre grimm de Beowolves,  a este punto había terminado con varios Grimm y mi cuerpo ya estaba cansando

Tal parece que las peleas que estaba teniendo ya estaban pasando factura ya que mis brazos y piernas estaban ardiendo como si hubiera hecho una gran cantidad de ejercicio

Y solo había pasado menos de una hora desde el primer encuentro que tuve con los primeros Grimm, y siendo sincero, perdí la cuenta de cuantos he terminado de matar

En un momento, me llegó el pensamiento de que estos Grimm no eran para tanto, ya que desde mis adentros sentía que me había enfrentado a cosas mucho más temibles que esto. Pero otra parte de mí, una parte que fue inculcada por alguien, me decía: *nunca te confíes*.

Esa voz era insistente, susurrando en mi mente como un recordatorio constante de que el peligro siempre acechaba en las sombras. No podía recordar con certeza quién me lo había enseñado. Era como un eco lejano en mi memoria, un fragmento de sabiduría que sabía que venía de alguien importante, alguien que me había formado, pero cuyo rostro y nombre se me escapaban.

Sin embargo, la enseñanza era clara. No me confiara. No bajara la guardia. Mantenerme alerta, siempre preparado para lo inesperado, porque la complacencia podía ser mortal. Esa voz en mi mente me instaba a mantener la calma y la disciplina, a no dejar que la aparente facilidad de la situación me llevara a cometer un error fatal.

Mientras caminaba por el bosque, con los aullidos de los Grimm resonando a lo lejos, ese consejo me mantenía firme. Sentía cómo cada músculo de mi cuerpo se tensaba, preparado para reaccionar en cualquier momento. Podía ser que estos Grimm no fueran lo más peligroso que había enfrentado, pero eso no significaba que no pudieran acabar conmigo si cometía un solo error.

*Mantente vigilante,* me recordé, una y otra vez. Porque en el fondo, sabía que esa voz tenía razón. En un mundo lleno de oscuridad y monstruos, la arrogancia era tan peligrosa como cualquier enemigo.

Y mientras pensaba en ello me llego un recuerdo de lo que alguna vez me contó Marcus

"Los Grimm no son solo monstruos," me decía Marcus mientras levantaba su camisa, revelando una cicatriz profunda que cruzaba su pecho. Era el resultado de un encuentro cercano con un Ursa mayor, una bestia inmensa y letal. "Son la manifestación del odio, del miedo, del dolor... No sienten nada, solo matan. Y si alguna vez los subestimas, te lo recordarán de la peor manera."

Recuerdo haber mirado esa cicatriz con una mezcla de respeto y un sentimiento de aprendizaje hacia él. Era un recordatorio permanente de lo cerca que había estado Marcus de la muerte, y de lo despiadados que podían ser los Grimm. "Ese Ursa casi me parte en dos," continuó. "Si no fuera por mi aura, no estaría aquí. Pero esa cosa... me dejó algo para recordar. Nunca subestimes a un Grimm, Jason. Siempre están al acecho, esperando que bajes la guardia."

El recuerdo se desvaneció en menos de unos simples segundos, y volví a la realidad del bosque. Caminaba en dirección a los aullidos, pero mi mente seguía atrapada en esas palabras. Los Grimm eran más que simples bestias; eran algo que no debía tomarse a la ligera. Sin embargo, no eran solo ellos lo que ocupaba mis pensamientos.

Atraves de estos encuentros me di cuenta de algo que no sabía, tenía experiencia peleando, sabía que me había peleado con algunos idiotas en el colegio cuando estaba en la secundaria. Pero algo también me recordaba que no solo fueron idiotas con los que he peleado, delincuentes, asesinos violadores, drogadictos, mafiosos incluso con villanos, me dolía la cabeza con tan solo pensar en esos acontecimientos, de vivir una vida relativamente normal a otra completamente diferente en otra ciudad totalmente sumida en la oscuridad

Un forastero en remanenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora