1. Un comienzo inesperadamente esperado

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Athena

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Athena

Primer día de escuela y ya voy tarde, genial.

La verdad es que nunca llego tarde, mi hermano Dylan no me despertó, y él siempre es el que me hace estar a tiempo, sin embargo, Dylan se fue sin mí, según él, intento despertarme muchas veces, sin obtener ninguna respuesta. Él ya tiene 18, tiene su licencia de conducción, y eso significa que puede ir a donde se le dé la maldita gana, y yo no, por supuesto. Mi hermano ya es todo un adulto, pues con razón tiene canas, pobrecito. Yo, tengo 17, los cumplí hace dos meses ¡qué orgullo! 

Mientras el taxista me contaba toda su vida, yo le escribía a Dylan que es un idiota por no haberme despertado, que no me quiere, (sí, sé que soy muy exagerada, déjenme serlo por un momento, porfissss) y que si me vuelve a hacer eso le diré a mamá que condujo solo, borracho en la noche, y casi se estrella. Dylan me responde al instante diciéndome que no iba a volver a pasar y que no le dijera a mamá. Claramente, estaba muy enojada, no obstante, lo pensé,  no lo voy a hacer, le quitarían el auto a Dylan y eso significa que ya no tendría a mi esclavo personal.

El conductor me llama avisándome que ya hemos llegado. La primera impresión que tengo es que la escuela es gigante, no, no es gigante, es extremadamente gigante. Mientras le pago al señor, le agradezco por traerme, me bajo del auto, no puedo evitar observar que todos me miran.

Ay, ya sé que soy hermosa, pero no me tiene que mirar tanto.

Sí, ya sé que tengo mucha autoestima.

Ignoro todas las miradas y me centro en encontrar a Dylan.

Cuando entro a la escuela, veo a mi alrededor, el pasillo es como cualquier pasillo de película, casilleros azules, piso resbaladizo, paredes blancas, escalares hacia el segundo piso, muchos adolescentes metiéndose mano, también...

Espera... ¿Qué?

Mis ojos se abren como platos cuando noto a una parejita besándose sobre los casilleros, el chico agarro una de sus... ay no, ambos están tan concentrados que no notan que los estoy mirando con desagrado.

Ok, ¿no podían hacer... eso en otro lado?

La respuesta es no.

Sigo mi camino con la esperanza de no ver más escenas de ese tipo. A ver, es normal, pero me incomoda. Existen muchos lugares donde pueden hacer esas cosas, y eligieron el peor de todos.

Ignorando lo que acaba de pasar, veo la cafetería, es muy grande, hay muchas cosas por ver, como la pared en donde están colgadas las fotos de personas importantes de la escuela; ni idea de quienes son esos, pero se ven muy viejos.

Veo los precios de la cafetería y me sorprendo más, ¡todo eso por un almuerzo! No me jodas, que bueno que mi mami me prepara mi almuerzo, y, mejor aún, con todo el amor.

Athena, te estás olvidando de algo.

¿De mi existencia?

Ya quisieras, ¡DE ENCONTRAR A TU ESTÚPIDO HERMANO!

La chica que murió por un rumorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora