ᚐ҉ᚐ Epílogo

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Toma la máquina entre sus manos enguantadas. Mete la punta en el bote de tinta, la prende y sigue tatuando el brazo su novio. Está a punto de terminar, sólo le falta escribir una pequeña palabra y estará listo. Cuando ha terminado, limpia la zona con una crema que lo tendrá libre de infecciones. Lo tapa con un papel transparente y lo sujeta con cinta adhesiva.

—Listo, mariquita —se levanta de la silla, golpeando el muslo de su novio, besa sus labios y se voltea para arreglar sus cosas.

—Éste sí dolió un poco —dice, caminando al espejo a ver su nuevo tatuaje.

—Te dije, es por el lugar.

Hyunjin se pone la camisa con cuidado de no lastimarse o despegar las cintas. Siente unos brazos envolverse a sus caderas. Félix muerde su cuello y sonríe.

—Tengo que hacer tarea en casa de Minho —le da un beso en los labios y se va a donde dejó su mochila.

—¿Tienes que ir ahora? Es tarde, papá se va a molestar si no llegas conmigo.

—Dile que es por tarea.

Le agarra la nuca, besándolo nuevamente, sintiendo el metal del piercing de Félix chocando contra su lengua.

—Te amo. Nos vemos después.

Hyunjin sale por la puerta principal del estudio, colándose entre las personas de la avenida. Félix sonríe mientras ve como su novio corre entre la gente, tratando de no golpearlas con su skate.

Cambia el letrero de "abierto" por el de "cerrado". Necesita hacer unas cuentas sobre cuanto ganó esa tarde. Se sentía orgulloso de él mismo, le iba bien y su estudio estaba en uno de los mejores lugares. Está situado en una avenida muy conocida por la gente y turistas. Entraban para tatuarse, perforarse o simplemente para mirar el local, que era bastante bonito. Félix era de los mejores tatuadores de la zona, era muy recomendado por su buena mano e higiene. Todos sus clientes quedaban satisfechos con su trabajo.

Es hora de cerrar, así que lo hace. Cierra el local con las llaves y candados necesarios. Se encamina a su casa, pero se le hace bastante difícil caminar entre tanta gente. A esta hora los turistas salían de sus hoteles para dirigirse a los bares de la avenida. También hacían compras en las tiendas de ropa de marcas famosas que había. Mira las vitrinas con ropa que le gustan y decide que otro día pasará a comprarse algo nuevo, tal vez le regale a Hyunjin una cosa.

Sonríe, negando con la cabeza mientras piensa en su novio. Aún recuerda cuando lo odió un tiempo. Fue muy dura esa época. Rosé había comenzado a juntarse con Hyunjin, Christopher pensó que ya se le estaba pasando su inmadurez, pero no. Sólo fue para meterle cosas en la cabeza a su hijo sobre su esposo. Hyunjin llegaba a la casa molesto, diciendo que Jeongin se estaba aprovechando de él. A Félix le dolió que Hyunjin tachara a su padre de mentiroso. Después de unas semanas se arregló, Christopher habló con su hijo y le pidió disculpas a Jeongin.

Cuando por fin llega a la casa, abre la puerta y lo primero que escucha es la voz de su papá, suena melosa y cariñosa.

—Yo también te extraño —dice, teniendo en brazos al pequeño Mark de 4 meses. Está hablando por teléfono, lo tiene entre su hombro y oreja. Por lo que él adivina, es Christopher con el que está hablando.

Félix rueda los ojos. Sus padres eran jodidamente melosos, se veían todos los días y aun así se extrañaban. Pero bueno, tampoco va a negar que extraña a Hyunjin cuando está en casa de su mamá.

Se acerca al sillón donde Jeongin descansa, besa su cabeza, deja sus cosas en el sillón de un lado y entra a la cocina. Ahí está Stephen, su hermanito de 13 años, es bastante tímido y callado. Come cereal en silencio, con la vista gacha.

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