05

242 46 4
                                    

El sol empezaba a bajar, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados mientras Haruki y Miyuki caminaban hacia el gimnasio del Karasuno

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El sol empezaba a bajar, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados mientras Haruki y Miyuki caminaban hacia el gimnasio del Karasuno. Haruki iba con un ligero salto en su paso, emocionada por la idea de ver a Shoyo en acción, mientras que Miyuki, aunque tranquila, sonreía viendo la emoción del albino. Era la primera vez que iba a un lugar así para ver un deporte en vivo; normalmente prefería los museos o galerías de arte, pero siempre tenía ganas de ver a Shoyo y sin duda aprovecharía cada oportunidad.

  Te ves feliz por llegar. —dijo Miyuki mientras caminaban, sintiendo como poco a poco aumentan el sonido rítmico de pelotas de voleibol golpeando el suelo. Haruki asintió, con una leve sonrisa en el rostro.

Cuando llegaron al gimnasio, las puertas fueron abiertas, y el sonido del entrenamiento resonaba en el aire. Shoyo, con su uniforme negro y naranja, saltaba con una agilidad impresionante, golpeando la pelota con fuerza. La escena estaba llena de gritos de motivación y el constante movimiento de los jugadores, creando un ambiente vibrante y lleno de vida.

Haruki se quedó en la entrada, observando con admiración.

— ¡Ahí está! —exclamó Miyuki, señalando a Shoyo. Haruki la siguió con la mirada y lo vio justo en el momento en que daba un salto espectacular para rematar. La velocidad y la precisión de sus movimientos lo dejaron impresionado. No podía imaginar que el Shoyo torpe y a veces despistado que conocía podía transformarse en un atleta tan concentrado y determinado.

Shoyo, notando su presencia, les dedicó una gran sonrisa y les hizo señas para que entraran. El entrenador Ukai les echó un vistazo rápido, y al ver que eran amigos de Shoyo, les permitió quedarse al margen del gimnasio, fuera de la cancha.

El entrenamiento terminó poco después, y Shoyo corrió hacia ellos, su rostro brillante por el esfuerzo pero feliz de verlos allí.

—¡Haru, Miyuki! ¡Qué bueno que vinieron! —Shoyo estaba lleno de energía, como siempre, incluso después de un entrenamiento intenso.

No queríamos perder la oportunidad de verte en acción, Haru dijo que era en compensación por acompañarlo a la exposición. —respondió Miyuki con una sonrisa—. Además, tienes mucho talento, Hinata.

Haruki asintió, sus ojos todavía en la cancha.

Gracias, chicos. Ahora vengan, quiero presentarles a mi equipo —dijo Shoyo, agarrando la mano de Haruki y moviéndose rápidamente hacia sus compañeros que estaban recogiendo el equipo y guardando las pelotas.

Primero se acercaron a Kageyama, quien estaba enfocado en guardar las redes. Su expresión seria se suavizó un poco cuando Shoyo se acercó.

Kageyama, ellos son Haruki y Miyuki —dijo Shoyo, animado—. Haruki es un gran artista, y Miyuki es genial en todo lo que hace.

Kageyama asintió, mirando a Haruki con curiosidad antes de dar un pequeño saludo con la mano. No era el más hablador, pero se notaba que Shoyo lo respetaba mucho.

SILENT BOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora