12: Final.

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El sol de primavera se alzaba sobre las calles de la ciudad mientras Haruki miraba su reflejo en el espejo

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El sol de primavera se alzaba sobre las calles de la ciudad mientras Haruki miraba su reflejo en el espejo. Era el día de su graduación y había comenzado a pensar en todo lo que ha sucedido, ha pasado un año desde que su vida cambio por culpa de un encuentro inesperado, un año desde que había comenzado su relación con Shoyo, un año desde aquel 10 de septiembre, que, sin saberlo, se convirtió en su día favorito. Jamás imaginó que alguien como Shoyo, con su energía vibrante y su carácter cálido, se convertiría en alguien tan importante en su vida. Mientras ajustaba la corbata, pensó en cómo habían cambiado las cosas desde que sus caminos se vieron envueltos.

Recordaba cómo, en un inicio no estaba seguro de si estaba en la posición de estar una relación como la que tenía con Shoyo, aun así, con el tiempo se dio cuenta de algo, él era completamente merecedor del amor que recibía y había aprendido a valorar cada gesto, cada mirada, y cada pequeño detalle que compartían. Shoyo había sido un rayo de luz en los días grises que de vez en cuando aparecían en la vida de Haruki, permitiéndolo sentir que, incluso en los momentos más difíciles, no estaba solo, tenía a Shoyo con él. Habían aprendido a comunicarse de formas que Haruki en su corta vida nunca imaginó posibles, con gestos, miradas y un entendimiento profundo que no necesitaba ni la más mínima palabra.

Shoyo había logrado que Haruki entendiera que sin importar los defectos e imperfecciones que pudiera llegar a tener cada persona siempre había lugar para ser amado y todos tenían algo digno de amar. Shoyo lo enseñó a abrir su corazón, a dejar de tener preocupaciones sobre los pensamientos y opiniones de las personas externas a él y que solo importaba él y nadie más.

La conexión que juntos habían creado era algo que Haruki valoraba más que nada. Podían pasar horas y horas juntos sin decir una palabra, simplemente disfrutando de la compañía mutua, y eso para él era algo precioso. Entendió que a veces el amor no necesita las grandes demostraciones que veía a menudo en las películas de romance o de las palabras tan difíciles que no era capaz ni de pronunciar; a veces, es el simple hecho de estar allí para esa otra persona lo que crea el verdadero amor.

Cada vez que entrelazaba su mano con la de Shoyo, cada vez que sus miradas llenas de complicidad se encontraban, Haruki sentía que había encontrado ese lugar que tanto había esperado por pertenecer. Y aunque a veces las diferencias entre ambos podían traer problemas, Haruki estaba seguro de que eso no cambiaría nada de lo que han vivido juntos hasta ahora. Shoyo lo había hecho fuerte y valiente, y, sobre todo, le había enseñado a amar de la manera más inocente que existe, le había enseñado a amar a alguien no siempre significaba tener que entender por completo a esa persona, sino estar dispuesto a intentarlo todos los días

Haruki ya estaba completamente vestido, pero había un problema mayor: no encontraba sus audífonos.

"Dios, no puede estarme pasando esto"

Haruki sintió que la ansiedad lo invadía. Esos audífonos le ayudaban a percibir algunos sonidos y también se habían convertido en una parte de su rutina diaria, dándole una sensación de conexión con el mundo que le rodeaba. Sin ellos, la graduación se sentía un poco más distante, más ajena. Respiró hondo y cerró los ojos, tratando de calmar su respiración, pero la frustración le quemaba por dentro.

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