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El gimnasio de Tokio estaba abarrotado de gente

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El gimnasio de Tokio estaba abarrotado de gente. Los gritos y vítores de los estudiantes y los ecos de los balones rebotando contra el suelo creaban un ambiente cargado de emoción. Esa tarde se jugaba un partido muy esperado: Karasuno contra Nekoma, la batalla del basurero, allí se iba a decir quien pasaba para las nacionales.

Segun Haruki, Shoyo le había contado que esa rivalidad empezó desde hace tiempo y siempre que los cuervos y los gatos se enfrentaban se nombraba así a cada partido que tenían, aunque no sabía si los partidos de prácticas también recibían el nombre.

Haruki y Miyuki habían llegado temprano para conseguir un buen lugar en las gradas. Miyuki llevaba puesta una bufanda naranja clarita que contrastaba muy bien con lo que llevaba puesto, mientras que Haruki tenía ambos colores del equipo de cuervos en sus prendas. Miyuki estaba emocionada, aplaudiendo a cada pequeño gesto del equipo. Por otro lado, Haruki, aunque más reservado, observaba todo con una concentración especial. Sus ojos seguían cada movimiento en la cancha, en especial los de Shoyo.

- Deberías decirle más seguido a tu novio que nos invite a sus partidos, ¿no crees? Hay hombres lindos aquí. -dijo Miyuki, inclinándose hacia Haruki con burla.

"No es mi novio, Miyuki" Señaló.

- ¡Eso es lo qué no entiendo! ¡Literalmente se declararon al mismo tiempo y ningún se pidió nada!- Se quejó mientras lo movía de un lado a otro.

"Aún no es el momento o algo así. Supéralo" Señaló de nuevo, volteando los ojos.

El partido comenzó, y ambos equipos mostraron sus jugadas. Los movimientos eran rápidos y precisos, cada jugador dando lo mejor de sí. Shoyo, con su usual energía inagotable, corría por toda la cancha, saltando y atacando, sorprendiendo a los que lo veían por primera vez con sus saltos.

Haruki no podía apartar la vista. Eran pocas las veces que veía a Shoyo jugar, pero cuando iba a verlo siempre quedaba fascinado con su manera de jugar y lo apasionado que era por el deporte, amaba las expresiones concentradas de la naranjita y la fluidez de los movimientos del Karasuno. Mientras Shoyo jugaba tenía una sonrisa en el rostro que para Haruki era la más bonita de todas, sus sentimientos también formaban parte de esa creencia y cuando veía al chico siempre lo hacía sonreír.

Durante el cambio de set, Shoyo se giró hacia las gradas y vio a Haruki y Miyuki animándolo con entusiasmo. Les dedicó una sonrisa radiante y levantó el pulgar antes de volver a concentrarse en el juego.

El partido avanzaba y la tensión aumentaba. Karasuno era más ofensa que defensa y Nekoma era todo lo contrario, más defensa que ofensiva. Cada punto ganado era celebrado con gritos y aplausos, pero también con nerviosismo. Miyuki y Haruki estaban al borde de sus asientos, como todos los demás.

- ¡Vamos, Shoyo! ¡Tú puedes! - gritó Miyuki con fuerza, y Haruki se unió al ánimo con una sonrisa, aunque más silenciosa, moviendo los labios en un leve "Tú puedes" que Shoyo reconoció al instante.

SILENT BOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora