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La tarde caía sobre la ciudad, pintando el cielo de un gris profundo

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La tarde caía sobre la ciudad, pintando el cielo de un gris profundo. El viento frío levantaba hojas secas mientras una llovizna comenzaba a descender suavemente, como si la naturaleza misma estuviera al tanto de la tormenta emocional que estaba a punto de estallar. Shoyo caminaba con paso rápido hacia el parque, el corazón latiendo violentamente en su pecho, empapado no solo por la lluvia sino también por la confusión y el dolor que lo consumían.

Horas antes, durante un descanso en el gimnasio, un nuevo miembro que al parecer era amigo de Haruki, soltó una bomba que sacudió a Shoyo hasta la médula: Haruki había sido aceptado en una prestigiosa escuela de arte en Kioto. Una noticia que debería haber sido motivo de celebración y orgullo, pero que, en cambio, era una daga clavada en su corazón. No porque Haruki se fuera, sino porque no se lo había contado. Se lo había ocultado durante semanas.

Shoyo apretaba los puños mientras recordaba la conversación, sintiéndose traicionado. ¿Por qué no le había dicho algo tan importante? ¿Acaso Haruki no confiaba en él?

El parque estaba vacío cuando llegó, salvo por una figura alta y delgada que esperaba bajo un árbol. Haruki, con su usual tranquilidad, lo saludó con una pequeña sonrisa y un gesto de la mano. Pero esa serenidad solo enfureció más a Shoyo. ¿Cómo podía estar tan tranquilo cuando todo su mundo parecía desmoronarse?

¿Por qué no me lo dijiste? —Las palabras de Shoyo salieron bruscas, cortando el aire entre ellos como un cuchillo. Sus ojos se clavaron en los de Haruki, buscando una explicación, una razón para justificar el silencio.

Haruki, visiblemente confundido, frunció el ceño con la cabeza un poco ladeada y preguntó usando lengua de señas “¿De qué estás hablando?”

¡De la escuela de arte en Kioto! —señaló con sus manos, sus movimientos rápidos y agitados. La rabia y el dolor se mezclaban en su expresión—. ¡Enviaste una solicitud para entrar, te aceptaron y no me dijiste nada! ¡Me enteré por alguien más!

El cerebro de Haruki cayó en cuenta de lo que pasaba. Sus ojos, normalmente cálidos y llenos de comprensión, mostraban una mezcla de sorpresa y culpa. Sus manos temblaban mientras las movía:

No quería preocuparte. Todavía no he decidido si ir o no.”

Shoyo dio un paso hacia atrás, como si las palabras lo hubieran golpeado físicamente. —¿No querías preocuparme? —repitió, incrédulo. Su voz interior gritaba, aunque sabía que Haruki no podía oírle, las emociones eran imposibles de contener—. ¡No es tu decisión decidir si me preocupo o no! Se supone que confías en mí, se supone que somos un equipo, ¿no?

Haruki bajó la mirada, apretando sus manos detrás de la espalda. No había pensado en lo que sus acciones podrían significar para Shoyo. Intentó decir algo más, pero las palabras se le escapaban.

Solo quería... manejarlo por mi cuenta. No quería que fuera una carga para ti.”

Shoyo dejó caer los brazos, agotado por la intensidad de sus propias emociones. —¿Carga? —señaló, con la mente abrumada—. ¡Haruki, tú nunca serías una carga para mí! Pero esto... esto no es solo sobre ti. ¡Somos una pareja! Si no me dices estas cosas, ¿cómo se supone que confíe en ti? No iba a estar en contra de que asistieras, pero me dolió saber que todos sabían menos yo.

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