14 de octubre de 2023
Hoy hubo un eclipse solar anular. Fue un día cósmico y tranquilo. O al menos, así lo sentí yo. Sentí calma y tranquilidad, como si el eclipse se hubiera llevado todo lo que pesaba, todo lo que me hacía sentir inquieta (aunque realmente no sé qué era).
Quiero contarte que hoy por la tarde fui al centro porque había quedado de verme con una amiga para ir al café, pero eso no fue posible debido a un inconveniente. La esperé por más de una hora, pero aun así no pudo llegar. Podría decirse que me dejó plantada, aunque no intencionalmente. Mientras la esperaba sentada en el parque observé cómo oscurecía, el tiempo transcurría y el crepúsculo se iba transformando en noche poco a poco.
Observar a las personas que caminaban por el parque o descansaban en las orillas de las jardineras, algunos acompañados, otros (como yo) esperando o simplemente pasando el tiempo con el celular u observando el entorno, me trasladó a un rincón dentro de mí en donde habita la melancolía. Me hizo preguntarme algunas cosas y una de las preguntas principales fue: ¿por qué muchas veces extrañamos lo que no fue? ¿por qué echar de menos lo que no pasó? Como si el hubiera no solo permaneciera en nuestra imaginación, sino también en los recuerdos añorados. Esas preguntas vinieron acompañadas de ideas acerca de la solitud, y esas ideas me inspiraron para escribir un poema que habla acerca del lugar seguro que siempre fue para mí la solitud y cómo, esta solitud no solo era mi lugar seguro, sino también el lugar que muchas veces me hizo sentir no querida. Como una antítesis, sentirme segura en la soledad, pero también sentir tristeza. Una paradoja que en varias ocasiones me ha hecho sentir confundida y triste. ¿Alguna vez sentiste que tu lugar seguro también era el lugar que te impedía hacer otras cosas?