Rondando tu esquina - Parte 5

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9.

Misma rutina de lunes, me levanté con un dolor de cabeza inmenso; desayuné — el mismo desayuno de mierda, esta vez sabía mejor por alguna razón —.

Vi las noticias en la tele antigua que tengo, vaya cubo inútil, pero al parecer funcionaba mejor que mi cámara. Las noticias de siempre, esta vez habían matado a un político.

Acepté en un tiempo ser en un tiempo el encomendero de uno en una misión. Un tipo de espía, me dio asco por aceptar porque me caen mal todos. Son unas bolsas de excrementos bien vestidos, pero pudo ofrecerme fue un buen dinero; y a cambio tuve que tomarle fotos de su mujer cogiéndose a dos tipos a la vez.

Procuré en ese día de verano — con un calor que me aguaban los cojones — encontrarla con las indicaciones que se me habían entregado y seguirla a un motel; uno bastante bien decorado. Soborné al de seguridad para que pueda mostrarme las cámaras de seguridad. Me hubiese bastado con tomar una foto de su entrada con los dos tipos, pero los hijos de puta tenían cámaras dentro de las habitaciones.

Así pues, intenté tomar las fotos más despectivas y horrendas que pude; en las poses más vergonzosas; otras con la cara de placer que tenía en el rostro. Se la cogieron hasta el cansancio y al final le acabaron dentro. Por supuesto tomé fotos del glorioso momento, más que una investigación parecía una peli porno de alto presupuesto. Me fui del sitio y el de seguridad dijo que, si necesitaba la cinta, me podría contactar. Acepté el número de contacto para llamar, sentí que me podría servir en un futuro.

Al momento de mi llegada al despacho del costal de mierda bien vestido, tomé el dinero apenas le entregué el sobre con las fotos. Meses después el tipo terminó en una cárcel; creo que se podría imaginar qué le pasó.

Ahora en la tele las cámaras de repente cambian a la protesta que estaba teniendo lugar por el hecho, varios otros políticos estaban presentes entre la muchedumbre aprovechando el boom del momento. Lo dicho, unas bolsas de estiércol que no sirven ni para hacer crecer las plantas.

—    Vaya imbéciles — pensé.

Acabo de desayunar y tenía que irme a duchar. Mientras me duchaba tosí fuerte, creo que mis pulmones no daban para tanto teniendo en cuenta la cantidad de cigarrillos que me había llevado a la boca.

—     Mierda — me dije mientras me reincorporaba de la tos. Se me estaba haciendo algo tarde.

El reloj marcaba las ocho menos quince minutos. Tenía que apurarme, por el vino y la resaca del día anterior no podía ni pensar claramente. Lavé mis dientes como pude y me arreglé en el menor tiempo posible; salí tan rápido como pude.

Voy corriendo como si me importara el trabajo, o tal vez no era el trabajo. Endiablado llego a la esquina y sorteo a una anciana con un bastón y un perro al lado, a un borracho idiota que se había quedado dormido en la acera, y hasta un pijo malcriado que me echa la bronca, lo hice tambalear por el tropezón que me di con el de la acera. Antes de llegar al periódico me cruzo con un hombre de mediana edad fumando en la esquina. Me paro por un instante y le arrebato el cigarrillo.

—    ¡¿Eh?! — oí gruñir al tipo mientras me alejaba.

Le di dos aspiradas antes de botar la colilla al ramo de flores de una mujer que andaba con su marido; me dio tanto asco verlos que lanzarles el cigarrillo fue un premio para mí. En diez minutos llego como puedo, la hora marcaban las ocho menos dos minutos. Maldición, lo había logrado otra vez. Veo alguien esperándome en la entrada.

—    Hueles tan mal que ahuyentas a las ratas — oí decir.

Yo llegaba hundiéndome en mis propios pulmones, llenos de humo y desgracia por los metros que había recorrido hasta llegar al maldito periódico.

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⏰ Última actualización: Aug 30 ⏰

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