「¿Que sucedió durante el salto temporal? 」
SIETE AÑOS HAN PASADO desde la muerte de Rick Grimes, años en los que Samara y Carl enfrentaron desafíos, y no solo con la comunidad que ahora lideraban, si no con la nueva responsabilidad que tenían.
Un d...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Samara caminaba de un lado al otro. Se encontraba inquieta. Creí que haciéndole un hueco al piso de su habitación podría calmar la angustia que sentía por dentro. Además, que poco a poco se había vuelto paranoica, creí que pronto todo el mundo sabría la verdad.
La habitación se sentía más pequeña de lo habitual, el aire era denso y su respiración era irregular, aunque intentaba mantenerse calmada por el bien de todos. Le preocupaba que la tomaran de irrespetuosa, es decir, apenas había pasado un mes y algo más desde la muerte de Rick Grimes, y aunque la vida de los que lo conocieron ya estaba avanzada y tomaba su rumbo habitual, la sensación de perdida seguía siendo tan palpable como el primer día.
Decirle a Carl lo que pasaba la estaba atormentando, incluso había pensado nunca contárselo, pero eso en definitiva saldría muy mal. Incluso cuando el panorama no era malo, es decir, su esposo siempre había querido eso (o es lo que había mencionado hace unos años), sin embargo, cuando recordaba la muerte de Rick en aquel puente, le parecía una falta de respeto.
Sabía que no podía ocultarlo por siempre, pero no se lo contaría. No hoy.
Se detuvo frente a su hija, Judith, quien estaba sentada en el borde de la cama, observando a su madre volverse loca.
─ Escoge uno. ─dijo finalmente, extendiendo la mano con tres papelitos doblados, pequeños y casi temblorosos.
Judith arqueó una ceja. ─ ¿Qué es? ─preguntó, sin dejar de observar a su madre con ese gesto de "Algo tramas".
─ ¿Un juego? ¡Tu solo escoge!
Judith no insistió, pero su expresión se volvió seria. Frunció el ceño y miró los papelitos con intensidad, como si estuviera tomando la decisión más importante de su vida. Conociendo a su madre, cualquier cosa podía estar escrita allí. Tras un par de minutos, que para Samara se sintieron eternos, Judith eligió el papel rosa. Lo desdobló con cuidado, pero antes de poder leerlo, su madre se lo arrebató rápidamente, casi como si le hubieran dado un susto.
─ Gracias, Judy.
La niña frunció el ceño aún más. Odiaba ese apodo y su mamá lo sabía muy bien. Pero no dijo nada, solo se levantó en silencio y salió de la habitación, arrastrando los pies en un claro acto de protesta. Mientras Judith se iba hacia la sala, Samara se dejó caer sobre la cama. Abrió el papelito con manos temblorosas y leyó: John Walsh.
Ella sabía que John era un buen amigo, alguien en quien podía confiar ciegamente, así que se tranquilizó un poco. John siempre había sido leal, siempre había estado ahí para ella, y sabía que, pase lo que pase, no la dejaría sola. A fin de cuentas, era el hermano de Carl. Podría ayudarla con él.
