4. Trato

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Sukuna se había quedado despierto toda la noche, no necesitaba dormir y su desconfianza hacia el lugar y su gente lo motivaron a mantenerse alerta todo el rato, a pesar de que en ningún momento pasó nada

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Sukuna se había quedado despierto toda la noche, no necesitaba dormir y su desconfianza hacia el lugar y su gente lo motivaron a mantenerse alerta todo el rato, a pesar de que en ningún momento pasó nada.

No, decir que no pasó nada era incorrecto. Escuchó varias veces pasos apresurados por los pasillos a lo largo de la noche, pero nunca cerca de donde estaban Yuuji y él, así que no les dio mayor importancia.

En su lugar se centró en observar al pequeño dormir, era la primera vez que lo veía tan relajado después de que tuvieran que abandonar el pueblo tras la muy desafortunada muerte de su abuelo. Solo por poder verlo descansar sin preocupaciones, quizá valía la pena realmente darle una pequeña oportunidad al lugar, si es que estaban dispuestos a aceptarlos a largo plazo. Al final siempre estaba a tiempo de tomar al pequeño e irse, si algo no le gustaba.
Por la mañana hubo un par de toques en la puerta de la habitación, y Sukuna abandonó su constante observación a la figura de Yuuji para dirigirse a abrirla, con un sigilo que resultaba sorprendente dado su tamaño. Al otro lado no se encontraba la mujer de la noche anterior, sino un hombre, un poco más mayor de lo que ella era.

—El desayuno está listo. Son libres de bajar cuando gusten, pero al señor le gustaría presentarlos oficialmente y desayunar junto con la señora y la señorita.— A diferencia de la mujer de la noche anterior, este parecía nervioso ante su presencia, aunque claramente trataba de no mostrarlo demasiado.

En parte eso alegraba a Sukuna, le gustaba que lo vieran con terror, siempre despertó una sensación de satisfacción en él… Y ahora que tenía que cuidar de Yuuji, lo mejor era que le tuvieran miedo, así no se atreverían a tocar al pequeño.

Sin dar ninguna respuesta cerró la puerta en la cara del hombre, sintiendo su presencia quedarse ahí unos momentos, claramente debatiéndose si debería insistir, pero al final optó por irse. En cuanto estuvo lo suficientemente lejos para la maldición, centró toda su atención de regreso a Yuuji, acercándose a la cama y retirando las sábanas de su cuerpo.

—Levántate, mocoso.— Le dio una sacudida firme, haciendo que el niño despertara en un sobresalto.

Hubo quejas por parte del pequeño, reprochando por la manera en que fue despertado mientras la maldición se ocupaba de ayudarlo nuevamente con su ropa, retirándole el pijama y colocando una muda de ropa limpia en su cuerpo.
Esta vez en lugar de cargarlo dejó que Yuuji andase por su cuenta, ahora que había despertado del todo estaba rebosando energía y Sukuna no era especialmente bueno lidiando con eso. Más valía dejarlo quemar un poco se esa adrenalina y nervio que lo consumían todos los días.

Por suerte, Sukuna había memorizado el camino que tomaron para ir a la habitación, así que no le resultó difícil guiar al menor de vuelta a la entrada, y de ahí la llegada al comedor era intuitiva, más aún con el aroma de la comida y algunas voces. Reconocía la del sacerdote y la criada que los guió la noche anterior, pero habían otras dos voces, femeninas ambas, desconocidas para él.

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⏰ Última actualización: Aug 31 ⏰

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The last priestess | Sukuna x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora