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Louis llegó a casa con el peso de la noche cargado sobre sus hombros. La oscuridad del exterior se reflejaba en su estado de ánimo mientras cerraba la puerta detrás de él, el clic del cerrojo resonando en el silencio de la casa. El hogar, que alguna vez había sido su refugio, ahora se sentía ajeno, como si el calor y la alegría que solía encontrar allí se hubieran desvanecido.

El silencio era abrumador. Cada paso que daba hacia la cocina parecía amplificar el eco de su soledad. Abrió el refrigerador, la luz fría bañando su rostro mientras sacaba un vaso de agua. Bebió lentamente, intentando calmar el nudo que se había formado en su garganta desde que colgó la llamada con Harry.

Louis sabía que Harry estaba con Sam, cuidándolo, asegurándose de que estuviera bien después del malestar que había sufrido. Pero esa comprensión no disipaba la tristeza que lo invadía, la sensación de que, poco a poco, estaba perdiendo su lugar en el corazón de su alfa.

La puerta de la habitación se abrió suavemente, y Louis escuchó los pasos de Harry acercándose. Se giró levemente, encontrando a su alfa parado en el umbral de la cocina, con una expresión preocupada en su rostro.

"Louis..." La voz de Harry era un susurro, cargada de culpa. "Lamento tanto que hayas tenido que volver solo."

Louis soltó un suspiro, evitando el contacto visual. "No te preocupes por eso, Harry. Sam y el bebé son lo más importante ahora." Su voz era apagada, como si estuviera tratando de convencer a ambos. "Solo... descansa, ha sido una noche larga."

Louis miró a Harry por última vez, con cansancio en sus ojos, antes de murmurar, "Voy a acostarme". No esperó respuesta y se dirigió a la habitación, el eco de sus pasos resonando en la casa silenciosa.

Al llegar a la cama, se deslizó bajo las sábanas, el frío espacio vacío al lado suyo recordándole lo solo que se sentía. Se abrazó a sí mismo, buscando un consuelo que sabía que no encontraría, su omega marchitándose cada día más.

Louis se sentía invisible, como si su presencia ya no importara, como si su lugar en la vida de Harry se hubiera desvanecido.

Harry no lo siguió al dormitorio esa noche. Tal vez se quedó en la sala, lidiando con sus propios pensamientos, o tal vez decidió darle espacio, pero Louis ni siquiera tuvo la energía para preguntarse qué hacía su alfa. Estaba demasiado herido, demasiado agotado para intentar comprenderlo.

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Los días siguientes transcurrieron en una rutina casi mecánica para Louis. Se levantaba temprano, realizaba sus tareas diarias, se la pasaba horas en su cafetería y regresaba tarde a casa, no volvió a pedirle a Harry que fuera por el al trabajo.

Apenas hablaba con Harry, y cuando lo hacía, eran palabras breves y cortantes, destinadas a mantener la paz sin permitir ninguna cercanía. El dolor que sentía lo mantenía alejado, como si cada palabra, cada gesto amable pudiera romperlo en pedazos.

A medida que los días pasaban y el silencio entre Louis y Harry se hacía más denso, Louis no pudo evitar notar cómo Harry cada vez dedicaba más tiempo y atención a Sam. Parecía que todo giraba en torno a él y al bebé que estaba esperando. Los gestos cariñosos, las palabras de apoyo y las miradas llenas de ternura que antes eran para Louis, ahora eran para Sam.

Louis intentaba no darle importancia, intentaba convencerse de que todo era temporal, de que Harry volvería a él, que todo se arreglaría una vez que el bebé naciera. Pero en lo profundo de su corazón, cada día que pasaba sin la atención de Harry era como una puñalada lenta, su omega le rogaba que se acercara a su alfa, Louis después de ignorarlo por días, dejo de insistir.

beautiful tragic love affairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora